Un controvertido diputado, que, a falta de ideas, vive mordiendo las honras ajenas, lanzó gratuitamente cargos contra el suscrito y mi compañero de bufete, el licenciado Alberto Pauly Sáenz, primero en el Plenario legislativo y luego en algunos medios de comunicación.
Por respeto a las personas que me conocen y dado que tales calumnias han sido acogidas y difundidas también por compañeros de viaje del tristemente célebre diputado, me veo en la obligación de aclarar lo siguiente:
1.- Ni yo personalmente ni ningún miembro de nuestro bufete ha tenido ni tiene ninguna relación, directa o indirecta, de carácter profesional o empresarial, con la trans-nacional Raytheon, que se dedica a la producción y venta de armas.
2.- Don Alberto Pauly, como apoderado generalísimo de una sociedad de un cliente suyo, compareció ante notario público para suscribir la compra-venta de un terreno ubicado en la provincia de Puntarenas a favor de una sociedad costarricense denominada Raytheon, Sociedad Anónima.
3.- La empresa costarricense Raytheon, Sociedad Anónima, no tiene ninguna vinculación con la empresa transnacional de las armas, salvo que llevan el mismo nombre.
Su propietario es un señor norteamericano que adquirió el terreno vendido por el cliente de don Alberto Pauly Sáenz para construirse una casa de trescientos metros cuadrados y que se encuentra en etapa de construcción.
4.- Ninguna de las marcas de la transnacional Raytheon fue inscrita por miembros de nuestro bufete.
Cualquier interesado podrá constatar la veracidad de lo dicho, con los documentos que hemos enviado al Plenario legislativo en abono a la presente aclaración y que desmienten categóricamente los infundios lanzados por el citado individuo.
Da tristeza que un diputado malgaste los fondos públicos hiriendo honras ajenas con meras suposiciones y sin haberse leído los documentos pertinentes.
Debería existir algún mecanismo para que tan funestos personajes reintegren al erario el dinero que malgastan en actos tan cobardes, escudados en su fuero de inmunidad parlamentaria.
Sin embargo, por las declaraciones dadas ante los medios de comunicación –que no están cubiertas por su inmunidad parlamentaria– tendrá que responder ante los tribunales de justicia.
Espero que al menos tenga la valentía de renunciar a su fuero de improcedibilidad penal y no tenga el Plenario que levantárselo.
El diputado en cuestión ha demostrado así, sin ningún género de dudas, que el ridículo no tiene límites.