El artículo publicado por el profesor Constantino Urcuyo en la Página Quince de La Nación del pasado 19 de agosto, invita a la discusión de uno de los temas más importantes de América Latina en su historia y no menos importante en nuestros días: el populismo. La forma en que el profesor Urcuyo ha sintetizado muchas de las ideas que intentan comprender ese fenómeno socio-político debe resaltarse y su invitación a la discusión sobre un tema tan fundamental debería entenderse también como una exigencia a las Ciencias Sociales costarricenses. Esto es así porque el populismo no es un fenómeno espontáneo, sino, siguiendo la sentencia de Ernesto Laclau en su libro On Populist Reason ( La razón populista ), el populismo es quizá la ruta principal para entender la constitución ontológica del poder.
On Populist Reason (2005) me parece uno de los mejores textos teórico-sociales que he leído en los últimos años y por eso me llama la atención la forma silenciosa en que ha sido recibido por la prensa costarricense. Con este estudio, Laclau retorna con nuevas armas teóricas y analíticas a un lugar que trató de inaugurar en un recordado trabajo (“Towards a Theory of Populism”) publicado en Politics and Ideology in Marxist Theory en 1977. En aquélla ocasión, Laclau no logró afinar un arsenal teórico concreto con el cual enfrentarse al estudio del populismo. ¿Lo hizo ahora? No tengo duda; de hecho creo que este libro pasará a considerarse como un clásico ineludible de teoría, no solo sobre el populismo, sino sobre la construcción del poder político en general.
Lo más interesante de este texto es la radicalidad en la concepción del populismo de la que parte el autor. La propuesta de Laclau es que, si ha de entenderse el populismo como fenómeno social, esto pasa por una reconstrucción completa del lugar desde donde se ha analizado lo político-social y el papel que en esto juegan varias teorías y conceptos impulsados básicamente en la psiquiatría, a partir de la transformación promovida por los estudios de Freud y Lacan y de la rearticulación del estudio de la hegemonía y la representación de los conceptos políticos en las Ciencias Sociales, proyecto desarrollado entre otros por el mismo Laclau y por Chantal Mouffe.
Las pequeñas demandas. El texto de Laclau da para una discusión muy amplia y compleja. Por eso, a riesgo de simplificar, me quisiera centrar en rescatar un elemento fundamental de su aparato analítico: lo que Laclau llama “demandas democráticas”, las cuales son, básicamente, las células originarias que dan origen al populismo. De acuerdo con el teórico argentino, la insatisfacción social que no encuentra respuesta en la institucionalidad estatal y cuya voz es desatendida constantemente, tiende a configurar pequeñas demandas democráticas heterogéneas. Dichas demandas pueden ser disímiles, pero al juntarse en un determinado momento histórico en su eje central, es decir el reclamo ante las necesidades insatisfechas, alienta una identificación entre todas las partes y produce una unidad entre esos grupos sociales heterogéneos. Así, las pequeñas demandas de pequeños grupos (¿recolección de la basura a tiempo?, ¿seguridad comunal?, ¿transporte público decente?) van construyendo cadenas con demandas más amplias que remiten a la estructura institucional estatal y que terminan por configurar un grupo social amplio cuyas legales e insatisfechas demandas conceptúan a la clase política gobernante como el mal fundamental de donde devienen sus desgracias.
En ese momento, el éxito de un(a) líder en hacerse con la representación de la solución a todas esas demandas, residirá en la capacidad que tenga de convertirse en un significante vacío que las reúna a todas ellas. En otras palabras, el populismo adquiere corporeidad como movimiento político cuando las heterogéneas necesidades insatisfechas son representadas en su solución en una persona y en un programa igualmente heterogéneo. Entonces la máquina de representación populista comienza a andar con mayor rapidez, hasta alcanzar la cúspide del poder. ¿A qué distancia está Costa Rica de que esas demandas democráticas insatisfechas posibiliten la alborada del neopopulismo del que habla el profesor Urcuyo? Espero que nuestro actual presidente y su segundo vicepresidente, tan buenos representantes de la escuela inglesa de análisis político, tengan el texto de Laclau entre sus libros de cabecera.