Cuando el buen juicio hace aguas, hay que ponerse de pie y dar una voz de alerta. Comenzamos a caminar sobre arena movediza.
A partir del 11 de setiembre del 2001, todos los países se estrujaron el magín para encontrar fórmulas o medios capaces de impedir o contener la incursión en el territorio nacional de individuos peligrosos para la seguridad o los derechos de las personas. ¿Cómo congeniar esta lucha con el respeto a los derechos humanos? He aquí un necesario equilibrio.
Un grupo de diputados optó, sin embargo, por una fórmula extrema globalizadora: apertura de puertas y ventanas para los extranjeros, a juicio del Consejo de Migración. Mediante un proyecto de ley, aprobado en una de las comisiones plenas, se acordó eliminar la presentación del pasaporte en todos los puertos del país para sustituirlo, a juicio de dicho Consejo, por una tarjeta de identidad oficial del país de origen, sea carné del seguro, licencia para conducir o cualquier otro medio parecido. El portón que se abre no tiene límites ni postigos.
Este no es, por supuesto, un recurso atractivo y eficaz para mover el turismo a Costa Rica. Lo que un turista decente espera es otro menú de bienes: bellezas naturales, patrimonio cultural, precios razonables, seguridad, calidad del servicio y otras bienandanzas; mas a algún “creativo” del ICT o del Gobierno se le ocurrió que la mejor forma era eliminar el pasaporte y así muchos podrían entrar a nuestro país como Juan por su casa.
Nos imaginamos la fruición de ciertos personajes, bichos y bichas de todo pelambre, en espera siempre de un resquicio legal para hacer de las suyas, con esta decisión legislativa. Si, pasaporte en mano, dotado de diversas garantías legales y técnicas, los puertos y las fronteras no dan abasto para controlar a individuos indeseables, ¿qué no ocurrirá cuando sea suficiente una simple tarjeta de identidad para ingresar al país? ¿Cómo verificará el funcionario tico que ese individuo, que tiene enfrente, obtuvo ese carné en buena ley? Por otra parte, ¿en qué perjudica a las autoridades nacionales o al turismo la exigencia y presentación de un pasaporte formal? ¿Qué necesidad tiene el Consejo de Migración de esta riesgosa liberalidad?
Sorprende, en verdad, la presentación de proyectos de ley tan disparatados, la facilidad con que el Gobierno o el ICT prohíjan estas iniciativas y la facilidad con que algunos diputados las aprueban, sin medir sus consecuencias. Este proyecto indica que el déficit de pensamiento se agiganta en el Estado. Y esta deficiencia, bien lo sabemos, cuesta generaciones...