Me refiero al editorial «Protestas y represión en Cuba» publicado en la edición de este domingo 20 de diciembre. La veracidad de lo expresado aquí puede ser comprobada en Internet y en las propias publicaciones hechas en redes sociales por las personas mencionadas.
Denis Solís no es rapero, ni artista, según ha dicho la misma Agencia Cubana de Rap que agrupa a los interpretes de ese género musical. Lo publicado por el mismo Solís en las redes sociales, demuestra que el agredido y ofendido de palabra, fue la autoridad que acudió respetuosamente a su domicilio para entregarle una citación por segunda ocasión, en tanto no se había presentado a la primera.
El señor Solís cometió un delito de desacato, previsto y sancionado en el Código Penal, con pena de 30 días a un año de privación de la libertad. Fue juzgado de acuerdo con la Ley de Procedimiento Penal con todas las garantías; no designó abogado de defensa y tampoco apeló la sanción impuesta por el tribunal. No hizo ninguna huelga de hambre en la cárcel. Fue presentado en la televisión en pleno goce de su salud.
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Una farsa. Lo de San Isidro es una farsa. No existe tal movimiento y mucho menos huelga de hambre. Los reunidos en la calle Damas publicaron en redes sociales cómo bailaban y hasta retozaban con juguetes sexuales. No son artistas. No tienen obra alguna. No trabajan. Viven del dinero dispuesto por el gobierno de Estados Unidos para la subversión en Cuba.
Está demostrado públicamente que fueron organizados y dirigidos por la Embajada de EE. UU. en La Habana.
La vivienda donde se encontraban, no fue asaltada. Se negaron a abrir la puerta a las autoridades sanitarias. La policía tuvo que forzar la entrada para hacer cumplir las medidas establecidas para enfrentar la pandemia.
Ninguna persona fue maltratada. Uno de los presentes, recién llegado del exterior, violó el protocolo de aislamiento establecido y hubo que aplicar las medidas previstas para tales casos.
La Nación debería informar que, gracias a las medidas establecidas, Cuba, solo ha tenido 137 fallecidos y 10.127 contagiados; el 90,3% de los pacientes se han recuperado; no han fallecido niños ni embarazadas, tampoco ningún profesional de la salud y las salas de terapia intensiva, no han colapsado.
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La tasa de letalidad del 1,40 está por debajo de la mundial de 2,25, y también por debajo de la de la región de las Américas de 2,54. Adicionalmente, 39 países y territorios de cinco continentes han recibido la modesta colaboración de Cuba para enfrentar la pandemia. Nuestro país cuenta con cuatro candidatos vacunales contra la covid-19, única nación latinoamericana en lograrlo con sus propios esfuerzos.
Es público que los concentrados el 27 de noviembre en el Ministerio de Cultura fueron convocados desde el exterior y entre ellos, había personas instruidas, también desde el exterior, para cometer actos vandálicos y atroces para provocar un estallido social.
Sí hubo diálogo entre el Ministro de Cultura y un grupo numeroso de artistas jóvenes.
Los llamados a protestas, son hechos desde EE. UU. por personas vinculadas a grupos terroristas y financiados por el Gobierno de ese país. Desde Miami, se pide una intervención militar contra Cuba.
Como el resto del mundo, sufrimos las consecuencias de la pandemia, en nuestro caso, agravada por el recrudecimiento del bloqueo. El gobierno de Estados Unidos ha adoptado más de 120 medidas contra Cuba en los últimos dos años, 43 de ellas durante la pandemia, con el objetivo de privarnos de los recursos necesarios para enfrentar esta excepcional coyuntura. La Nación no informa de esa criminal política.
Nueva Constitución. La Tarea Ordenamiento, incluida la unificación monetaria y cambiaria, no es una medida de choque y contempla la protección de los sectores más vulnerables. Es resultado de años de participación y debate popular como los llevados a cabo, entre otros, para la redacción de la nueva Constitución aprobada en referendo por el 86% de los electores, casi 7 millones de cubanos y cubanas.
El espacio, no permite referirme a las 36 mentiras que contiene el editorial. Emplazo a ese medio a que, en nombre de la libertad de expresión que defiende y proclama, me ofrezca la oportunidad de rebatirlas una por una.
El autor es embajador de la República de Cuba en Costa Rica.