El Hospital de Niños Dr. Carlos Sáenz Herrera está comenzando a celebrar sus 50 años de existencia, los cuales completará el próximo 24 de mayo de 2014; recuerdo perfectamente el día de su inauguración durante una asoleada mañana, con invitados de todos los estratos sociales y presidiendo la tribuna el presidente de la República, don Francisco Orlich, y el director del Hospital, Dr. Carlos Sáenz Herrera, acompañados de la Junta Directiva. Había sonrisas alegres y mucha ilusión por todo lo que el país esperaba que el Hospital haría por los niños de Costa Rica.
Esta nota quiere ser un homenaje al fundador de la pediatría nacional y del hospital que lleva su nombre, porque la disciplina, la seriedad y el espíritu de servicio que el sembró, junto al ambiente académico y de investigación científica que apoyó con todas sus fuerzas, permitieron que pocos años después, la salud de todos los niños mejorara enormemente y que 50 años después tengamos un país completamente diferente en este campo.
Algunos resultados. La mortalidad infantil en Costa Rica, que en 1960 fue de 74 por mil, en el 2012 fue de solo 9 por mil; la mortalidad entre los pacientes internados, que en 1960 fue de 12 por ciento (antes del Hospital de Niños) desde los años 90 está en alrededor de solo 2 por ciento; las enfermedades infecciosas como diarreas, neumonías, sarampión, tétanos, difteria, etc. y la desnutrición severa y las anemias por deficiencia de hierro, se redujeron en más de 95% y desaparecieron completamente, la poliomielitis, el escorbuto, el beriberi, raquitismo, bocio, la filariasis en Limón, la rabia, la ceguera por deficiencia de vitamina A, la pelagra, etc. En resumen, se erradicaron 24 enfermedades y otras 50 se controlaron fuertemente.
Como consecuencia de lo anterior, los hombres aumentaron su estatura 9 centímetros en promedio y las mujeres 7 cm. Y son enfermedades crónicas, incluyendo malformaciones congénitas, las principales causas de muerte en la actualidad.
Para lograr lo anterior, el Hospital estuvo siempre en constante renovación y varios de sus funcionarios intervinieron activamente en políticas públicas de muy variada naturaleza.
Formación de recursos humanos. El centro médico vio la necesidad de llevar el conocimiento pediátrico a todo el territorio nacional y para eso formó a unos 700 pediatras y recibió a unos 10.000 estudiantes de medicina y varios miles más de enfermeras, nutricionistas microbiólogos, farmacéuticos y técnicos en diversos campos.
Al ubicar a estos profesionales en todas las provincias, para formar una red de servicios coherente, fue necesario establecer sistemas de comunicación y un programa de visitas periódicas para coordinar acciones, uniformar criterios y administrar el conocimiento, al mismo tiempo que se establecieron cursos de educación continua a fin de mantener una alta calidad académica en el personal con la responsabilidad de atender a los niños.
Sin embargo, el peso mayor de la atención a los niños cayó sobre el Hospital, donde se han llevado a cabo más de 10 millones de consultas externas, alrededor de 1 millón de hospitalizaciones, 900.000 cirugías y 1 millón y medio de emergencias. Solo en este centro se rescataron de la muerte más de 100.000 niños y con sus políticas y pensamiento científico, se evitaron otras 300.000 muertes más (cifras estimadas).
La investigación científica. Al haber controlado las enfermedades infecciosas y la desnutrición, casi de repente el Hospital tuvo que enfrentar a las mucho más complejas enfermedades crónicas y para este gran desafío se requirió formar nuevos especialistas en países industrializados, adquirir equipos modernos, establecer alianzas estratégicas, formar equipos de trabajo multidisciplinarios y asociarnos a grupos de investigación en centros médicos avanzados en el mundo.
En esta área, los resultados fueron también sorprendentes: se definieron con precisión los agentes causales de las infecciones respiratorias, nuevos agentes de diarrea y de otras muchas enfermedades; se descubrió una nueva enfermedad causada por un nuevo parásito identificado por el Dr. Pedro Morera, se identificó el síndrome del niño agredido y se introdujo la rehidratación intravenosa rápida y la rehidratación oral; se universalizó la lactancia materna, se introdujeron nuevos y potentes antibióticos y el surfactante para prevenir y curar la membrana hialina en recién nacidos; también en recién nacidos y prematuros que son muy susceptibles a infecciones mortales por el virus del sincicio respiratorio, se introdujo un anticuerpo monoclonal específico que salvó, desde entonces, innumerables vidas.
Por otro lado, se usaron nuevas vacunas que evitaron muchas muertes en todo el país y se impulsaron la cirugía de corazón, del cerebro y los trasplantes de órganos entre otras múltiples innovaciones en el campo de la cirugía infantil, cuyos resultados exitosos salvaron de una muerte segura a miles y miles de niños.
A esta revolución, como a todas, no le faltaron francotiradores que sin comprender el inmenso alcance de esta, le dispararon a mansalva, pero afortunadamente sin suerte.
Reconocimientos de organizaciones internacionales. Esta colosal aventura del mejor espíritu costarricense, permitió que en 1985 la Organización Mundial de la Salud lo designara Centro Colaborador para la Enseñanza e Investigación de enfermedades diarreicas. En 1989 la misma Organización lo designó Centro Colaborador para la Enseñanza de la Pediatría.
Y debido a su prestigio, logró acuerdos para mejorar la atención médica de los niños costarricenses, con los mejores hospitales de Estados Unidos, Canadá, Suecia, Alemania, Japón, México, Brasil y Argentina.
Además, su personal ha dictado más de 2.000 conferencias dentro y fuera del país y ha publicado en las mejores revistas de pediatría del mundo, más de 1.000 artículos científicos sobre las principales enfermedades que afectan a los costarricenses.
Un país líder. En el 2001, la Organización Panamericana de la Salud, reconoció a Costa Rica como un país líder en la reducción de la mortalidad infantil y el Club Rotario Internacional premió los programas de vacunación que lograron erradicar diversos padecimientos en nuestro país.
En el 2002 el Programa Nacional de Tamizaje Neonatal, del Hospital de Niños, recibió el Premio Reina Sofía de España por el incalculable valor que tiene la prevención de discapacidades.
Por último, debo mencionar que en palabras del Dr. Lars Hanson, científico sueco muy prestigioso y quien postuló a Costa Rica para el Nobel de la Paz de 1983 a 1987, el Dr. Oscar Arias recibió muy merecidamente el Premio, pero a ello contribuyeron la abolición del ejército y el formidable progreso de la salud infantil a partir de la creación del Hospital Nacional de Niños.
No obstante lo anterior, los más grandes logros deben estar por venir porque solo de esta manera nos aseguraremos que continuará renovándose continuamente. Esa es la sagrada responsabilidad de las nuevas gene-raciones.