El artículo 50 de la Constitución plantea el necesario equilibrio entre el ambiente, la gente y la prosperidad de la sociedad como un todo. En materia de agricultura, debemos buscar esos equilibrios, en un escenario marcado por el conflicto entre ambiente y producción, debido a una cultura de descalificación mutua entre ambos sectores. Lo anterior se manifiesta en el caso de la piña. Mientras los productores resaltan el impacto positivo del cultivo, grupos ambientalistas enfatizan los aspectos negativos.
Estudios recientes indican que la actividad piñera genera alrededor de ¢65.000 millones. El aporte en impuestos y pago a la seguridad social equivale a ¢17.721 millones. En cuanto al beneficio social, se estima que produce 48.000 empleos directos e indirectos y el salario promedio de los trabajadores es un 6% mayor que el salario mínimo de ley.
Aspectos polémicos. En cuanto a los aspectos ambientales negativos relacionados con el cultivo, se señala la recurrente detección en acuíferos del herbicida bromacil. Dado que en Costa Rica la tolerancia para este herbicida en agua potable es cero, y considerando el potencial de lixiviación de esta sustancia, la extensión en que se usa y las condiciones climáticas, este gobierno tomó la determinación de prohibir su uso.
Otro impacto atribuido al cultivo es el cambio de uso de la tierra, lo cual ha generado frecuentes denuncias ante el Tribunal Ambiental y, más reciente, un estudio solicitado por el Minae sobre cambios en paisajes productivos.
El estudio muestra que alrededor de 5.500 hectáreas bajo cobertura boscosa en el 2000 están hoy sembradas de piña. Lo que no demuestra ese estudio es que fuera la actividad piñera la causante de la deforestación, pues en esos 15 años pudo haber otra actividad anterior.
Tampoco diferencia bosque natural de plantaciones cultivadas con el fin de cortarlas y aprovechar la madera. A pesar de las limitaciones señaladas, este aspecto debe analizarse cuidadosamente y el Minae cuenta con una plataforma digital que le permitirá una mejor vigilancia sobre cambios de uso de suelo forestal y atender denuncias de manera transparente, objetiva y documentada.
La mosca. Un tema ligado, principalmente, pero no exclusivamente, a la producción de piña es la proliferación de la mosca del establo ( Stomoxys calcitrans ), que en su etapa adulta se alimenta de sangre de bovinos, equinos y otros animales, pero se reproduce y pasa sus estados larvales en materia orgánica en descomposición.
En las zonas piñeras, la fuente de materia orgánica más abundante es el rastrojo de piña, pero la mosca también puede reproducirse en otras fuentes, como podas de árboles, pasto cortado o estiércol. El trabajo conjunto de diferentes dependencias del MAG (Extensión Agropecuaria, Senasa y SFE) ha permitido localizar el origen de los brotes, hacer intervenciones en fincas de piña y atender a los animales afectados.
Al respecto, recientemente, un ganadero protestó contra la piña en la Casa Presidencial, y adujo problemas de moscas. La protesta llamó la atención sobre un problema real que aqueja a los ganaderos, aunque el brote de mosca en la finca de este productor no estaba relacionado con piña, sino con restos de podas de naranja de una finca aledaña. Además, existe un protocolo obligatorio para el manejo de rastrojos para evitar la proliferación de este insecto, que establece severas sanciones con el consecuente perjuicio económico. Si la situación lo amerita, se puede dictar una moratoria de derriba para todas las fincas de una determinada localidad.
A mediano plazo, se tienen ya algunos agentes de control biológico de la mosca, cuya eficacia dependerá de que se usen a nivel regional. Finalmente, debemos buscar formas de utilizar y darle valor a las 200 toneladas de rastrojo por hectárea al año. Hay opciones con diferente grado de desarrollo, no necesariamente excluyentes: alimentación animal, abono orgánico, energía, fibras y productos químicos especiales como la bromelina.
Propuesta de moratoria. La solución propuesta por el sector ambientalista es declarar una moratoria a la expansión del cultivo. Creo que esto no soluciona los problemas apuntados. ¿Prohibimos el crecimiento a una actividad que genera miles de empleos y de recursos al país? ¿O lo controlamos y resolvemos sus inconvenientes? La pregunta cabe para cualquier actividad humana que repercuta en el ambiente. En cualquier caso, la solución a los problemas pasa por un dimensionamiento correcto de estos, que no sean sobredimensionados por unos o trivializados o negados por otros.
Desde el 2011, el MAG ha venido promoviendo, junto con el PNUD, las universidades y el sector privado, la Iniciativa Nacional para la Sostenibilidad Piñera, mediante la cual se desarrolló un plan de acción que fue oficializado mediante un decreto. Creemos que es la ruta a seguir para resolver los problemas anotados; sin embargo, ha recibido críticas de ambientalistas (la consideran “tibia”) y de productores (la consideran una intromisión inaceptable del gobierno).
A pesar de ello no me desanimo, pues considero que debemos continuar trabajando en soluciones, que no siempre son fáciles, pero sí necesarias, para garantizarle al país que la producción y el ambiente pueden coexistir y complementarse y que se puede seguir generando empleo y bienestar sin dañar nuestro capital natural.
El autor es ministro de Agricultura y Ganadería.