El agua cubre el 71% de la superficie de la corteza terrestre. El 96,5% del agua total se concentra en los mares y océanos. La mayoría del líquido del planeta Tierra es salado, con una concentración de 35 gramos por litro de cloruro de sodio y otros compuestos; el restante 3,5% es agua dulce, del cual un 1,74% se concentra en los glaciares y casquetes polares, un 1,72% se ubica en los acuíferos y glaciares continentales y un 0,04% en lagos, humedales, atmósfera, embalses, ríos y seres vivos, en orden decreciente.
El equilibrio entre el agua salada y el agua dulce es la esencia de la vida en nuestro planeta, ya que esta relación, y el volumen, se han mantenido constantes por medio del ciclo hidrológico en sus etapas evaporación, transpiración (bosques), condensación o precipitación y el desplazamiento hacia los mares y océanos.
En concordancia con la citada relación, la evaporación del agua de mar proporciona, en gran parte, la humedad contenida en la atmósfera. Solo una pequeña parte proviene del agua de lagos, ríos, humedales y de la evapotranspiración de las plantas. En este sentido, el mayor productor de agua dulce es el agua salada. Muchos nos hemos preguntado, ¿Por qué si el ser humano necesita más agua dulce para su vida diaria, la mayoría del líquido existente es agua salada? La respuesta no es sencilla. Se basa precisamente en el ciclo hidrológico e integralidad del clima, en las diferentes latitudes de la Tierra.
Un ejemplo sorprendente del papel que desempeñan los casquetes polares en las corrientes marinas, y éstas a su vez en el clima, se presenta en la Antártida. Durante el invierno, su superficie crece en promedio 22%, porque el agua marina se congela, lo que ocurre al alcanzar el agua salada una temperatura de -1,8°C. El congelamiento forma cristales de hielo (agua dulce), provocando corrientes de sal o salmueras, las que por su peso se precipitan al fondo del mar, formando corrientes marinas desde los polos hacia diferentes zonas del planeta e influyendo en el clima y el equilibrio integral de la vida en el globo terráqolooloo
Otro ejemplo es la variación de los niveles o concentraciones de salinidad en las diferentes zonas del mundo. El agua alrededor de los polos es menos salada que en el Mar Báltico, y ésta a su vez es menos salada que en el Mediterráneo. Es importante resaltar, para confirmar que la relación entre el agua salada y el agua dulce no es casualidad, que la primera, al contener 3,5% de sal, es más resistente a la contaminación por gérmenes, lo cual contribuye a mantener la salud mundial.
Lo dicho, aunado a la inmensa fuente de alimentación que representan los mares y océanos, ratifica que el equilibrio establecido por El Creador entre el agua dulce y el agua salada, hace que el volumen total sea el mismo desde el génesis de este hermoso planeta azul. Por esta razón, los seres humanos debemos preocuparnos por estudiar a profundidad las relaciones existentes, con el propósito de comprenderlas y ejecutar las acciones necesarias para la protección de la vida en la Tierra.