Chile está a la vanguardia en cobertura de agua, junto con Costa Rica, pero el suministro de ellos está en manos privadas en la mayoría de las provincias.
Aunque la cobertura es comparable con el resto de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) —el 99,93 % en agua potable, un 97,17 % en recolección de aguas servidas y un 99,98 % en tratamiento de las aguas residuales mediante alcantarillado—, el abastecimiento de las zonas rurales lo tiene a cargo el Estado.
La cobertura fuera de las grandes ciudades no supera el 78 % y el saneamiento apenas alcanza el 45 %. Aunado a lo anterior, 167 de sus 346 municipios resultaron afectados por escasez hídrica durante la pandemia.
Varios científicos elaboraron un interesante estudio, denominado Escasez hídrica y letalidad por covid-19 en zonas rurales chilenas, fundamentados en la importancia del acceso al agua potable para el frecuente lavado de manos; sin embargo, en vista de la escasez en varios municipios chilenos, los autores hallaron un vínculo entre los municipios declarados en situación de escasez hídrica por el gobierno y la letalidad debida a la covid-19 en zonas rurales entre marzo del 2020 y junio del 2021.
Los resultados indicaron una relación negativa entre la elevada letalidad por covid-19 y los bajos estándares de desarrollo comunal y conexión a la red de agua potable, por lo que se considera necesario contemplar las variables geográficas como la escasez hídrica en la generación de políticas de salud pública y gestión de los recursos hídricos.
Paradójicamente, mediante el índice de impacto sanitario de la covid-19, desarrollado por mí, Chile califica con impacto sanitario medio, con 9 puntos, y Costa Rica también, con 7 puntos; no obstante, Chile ocupa el cuarto lugar en el mundo, y Costa Rica el puesto 18.
El autor es microbiólogo y salubrista público, director del Laboratorio Nacional de Aguas del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).