BERLÍN – En el mundo occidental, la globalización tiene cada vez peor prensa. Los movimientos populistas alegan que no beneficia mucho al ciudadano medio, si es que lo hace. En cambio, defienden el proteccionismo y el unilateralismo. Con respecto a la regulación comercial o financiera, las políticas nacionales son vistas como el camino más seguro para restablecer la grandeza nacional.
Pero esta agenda populista se basa en la premisa profundamente errónea de que la cooperación internacional y el comercio internacional son juegos de suma cero, produciendo solo ganadores y perdedores. De hecho, la cooperación y el comercio pueden ofrecer beneficios a todos los países. Desde hace muchos años han aumentado la seguridad mundial y ciertamente la prosperidad global, permitiendo que cientos de millones de personas salgan de la pobreza, tanto en el mundo desarrollado como en el que está en desarrollo.
Sin duda, la globalización necesita reglas y un marco reconocido para asegurar que beneficie a todos, proporcionando un crecimiento económico sostenido e incluyente. Al igual que con la legislación nacional, es un marco que requiere ajustes constantes. Pero abandonarla por completo y alejarse de la globalización es la respuesta equivocada. Por el contrario, debemos buscar formas de profundizar y ampliar la cooperación económica internacional.
En mi opinión, el G20 es el mejor foro para una cooperación más amplia e incluyente. Por supuesto, el G20 no es perfecto, pero es la mejor institución que tenemos para lograr una forma de globalización que funcione para todos. A través de él, los principales países industrializados y emergentes del mundo han trabajado juntos para construir un orden mundial compartido que pueda proporcionar una prosperidad cada vez mayor. De hecho, el G20 es la columna vertebral política de la arquitectura financiera global que asegura mercados abiertos, flujos de capital ordenados y una red de seguridad para los países en dificultades.
El G20 ha logrado mucho en los últimos años, incluida una mejor coordinación en la regulación financiera y la fiscalidad internacional. Y, como país que ocupa la presidencia del G20 este año, Alemania se ha comprometido a continuar la importante labor iniciada por nuestros predecesores en China y Turquía.
Por ejemplo, es necesario hacer más para fortalecer la capacidad de recuperación de la economía mundial frente a las crisis repentinas. Por lo tanto, una de las principales prioridades del G20 este año será nuestro trabajo para prevenir la reaparición de una crisis financiera y económica global como la del 2008-2009, que se derivó de un modelo de crecimiento miope basado en la deuda.
Pero, para abordar el abismo entre los países más ricos y los más pobres, necesitamos ir más allá del G20. En particular, el G20 (de hecho, el mundo entero) debe llegar a África en este momento crucial del desarrollo del continente.
Más allá de la cuestión moral de elevar el nivel de vida de los africanos, el desarrollo del continente es esencial para reducir los riesgos geopolíticos. Pero la inversión en África sigue siendo baja, privando a la población de los países africanos de oportunidades para mejorar sus vidas.
Por estas razones, durante la presidencia alemana el G20 está trabajando para intensificar su asociación con África. Un pilar central de este esfuerzo es el Pacto con África, que proporciona un marco para apoyar la inversión privada, incluida la infraestructura. Proponemos que, con el respaldo político del G20, los gobiernos africanos, las organizaciones internacionales y los socios bilaterales preparen pactos de inversión específicos para cada país para fomentar la inversión del sector privado. Cada país debe implementar un paquete de medidas a medida para reducir sus riesgos de inversión.
Esencialmente, el Pacto con África es una contribución a la aplicación del Plan de Acción 2063 de la Unión Africana para el desarrollo económico, agenda que proporciona orientación para mejorar los marcos macroeconómicos, empresariales y financieros en todo el continente.
Mientras que el Pacto con África está abierto a todos los países africanos, cinco ya se han comprometido a ser pioneros en este nuevo enfoque: los ministros de Finanzas de Costa de Marfil, Marruecos, Ruanda, Senegal y Túnez desean trabajar en pactos y lo han expresado por escrito. Los he invitado a asistir a la reunión de ministros de Hacienda y de gobernadores de Bancos Centrales del G20 del 17 al 18 de marzo en Baden-Baden.
En esa reunión, mis colegas del G20 y yo ofreceremos a estos países una plataforma internacional para presentar sus planes. Queremos discutir con ellos y con los jefes del Banco Africano de Desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional cuáles podrían ser los elementos de los pactos de inversión específicos de cada país.
Posteriormente, estos cinco países, junto con organizaciones internacionales y socios bilaterales, seleccionarán las medidas e instrumentos específicos que se incluirán en cada acuerdo de inversión individual. El G20 proporcionará una alta visibilidad política, ayudando a despertar la conciencia de los inversores sobre estos cambios. Estoy seguro de que se pueden lograr progresos significativos cuando todos los socios involucrados trabajan en estrecha colaboración y en pie de igualdad.
La cooperación internacional es la única manera de lograr un crecimiento global fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo. Alemania está comprometida a hacer todo lo posible para ser un intermediario honesto dentro del G20 y más allá, a fin de asegurar que la globalización realmente nos beneficie a todos.
Wolfgang Schäuble es ministro Federal de Finanzas de Alemania. © Project Syndicate 1995–2017