En respuesta al editorial publicado en este medio de comunicación, el pasado martes 29 de marzo, titulado “De la ‘reflexión’ a la decisión” y como representante de un importante sector del país, creo que es nuestra responsabilidad advertir sobre la posible adhesión a la Alianza del Pacífico, que traerá más perjuicios que beneficios, pues afectaría directamente más de 500.000 empleos directos e indirectos del sector.
Existe la certeza de que el sector agropecuario costarricense se encontrará en serias desventajas frente a los demás países integrantes de la Alianza: Chile, Colombia, México y Perú.
Por diferentes factores, estas naciones en lugar de representar una opción complementaria de negociación se convierten en una amenaza, pues no es un proceso de negociación sino una adhesión. Es decir, nos tendríamos que apegar a los términos ya pactados por estos países sin vuelta atrás.
Nuestros posibles “futuros socios” son economías fuertemente competitivas y con todas las de ganar. Por ejemplo, en acceso a mercados, las mercancías por negociar pasarían de un 72% a un 92% de las que tienen libre acceso preferencial y el 8% restante tiene un plazo de desgravación arancelaria, con lo que se está profundizando el nivel de apertura comercial, que estos países han consolidado en los tratados de libre comercio negociados de forma bilateral entre ellos.
Estamos también en desventaja porque mientras las monedas de estas naciones se devaluaron en los últimos meses el colón más bien se ha revaluado, es decir, nuestro país es aproximadamente un 30% más caro. Además, sus cargas sociales y bajos costos de mano de obra (salarios mínimos más bajos que los de nuestro país) abaratan la producción y, por lo tanto, ofrecen precios mucho más competitivos.
La proyección de crecimiento de la economía costarricense es de apenas un 0,8% en ocho años tras el ingreso al grupo; con esta expectativa tan baja, más bien se pone en peligro el 15% del PIB ampliado, que representa la producción agropecuaria y agroindustrial del país.
Quien les dice esto no es un pequeño grupo de incómodos que se oponen a todo. No señores, quien lo dice representa a uno de los músculos más fuertes de la actividad económica del país.
Somos los que ponen sobre sus mesas los alimentos tres veces al día. Esos somos nada más y nada menos que 200.000 productores. Creemos que el Gobierno no está dimensionando la situación ni mucho menos visualizando lo que pasaría si entramos a la Alianza.
Esta es la realidad de la Alianza del Pacífico. Y el sector agropecuario y nuestros productores están conscientes de lo que podría suceder, por eso nos piden acciones.
Sabemos que si el proceso de adhesión a la Alianza se concreta muchos sectores productivos se verían sumamente perjudicados, entre ellos, el avícola, el lácteo, el porcino, el hortícola, el arrocero, el frijolero y el aceitero, entre otros.
El autor es presidente de la Cámara Nacional de Agricultura.