L a Nación , en su editorial del pasado 1.º de marzo, propone una “cruzada nacional” con miras a la adopción masiva de tecnologías digitales en escuelas y colegios. Gracias a la inversión visionaria en dos campos durante los últimos 25 años, este indispensable objetivo puede lograrse con relativamente pocos recursos.
Aunque el Fondo Nacional de Telecomunicaciones cuenta con amplios recursos, “la maraña de discusiones burocráticas” –como señala el editorial– y un cartel de licitación mal orientado le impidieron concretar hasta un proyecto piloto que pretendía llevar Internet a 11 centros educativos de la zona de Siquirres.
La adopción masiva de tecnología digital en la educación requiere, sin lugar a duda, conectividad a Internet con suficiente ancho de banda. Aunque el 92% de las escuelas y colegios cuentan con alguna forma de conectividad, según datos del Ministerio de Educación (MEP), esta alta tasa global puede ser engañosa ya que en muchos casos la conectividad se limita a la oficina del director de la escuela, o se usa solo para fines administrativos. Además, el 91% de los centros tienen un ancho de banda de 2 Mbps o menos, y un tercio de estos se conecta por “datacard” individual a la red celular. El servicio es aún más limitado en el resto de las escuelas.
Para impactar de manera sustantiva el desarrollo educativo del país, con una utilización masiva de las tecnologías digitales, la conectividad actual es claramente insuficiente. Inclusive, la precaria conectividad limita el aprovechamiento de las computadoras que ya utilizan los estudiantes y docentes.
Desde hace 25 años, en el marco del Programa Nacional de Informática Educativa (PRONIE) desarrollado por el MEP y la Fundación Omar Dengo (FOD), el país ha invertido en darle a los estudiantes acceso a nuevas tecnologías, con un enfoque para su apropiación y uso creativo. Se dio énfasis a la programación por parte de los estudiantes como forma de interiorizar habilidades del siglo XXI.
Bill Gates y otros líderes mundiales, hasta ahora, resaltan la importancia de que todos los estudiantes aprendan a programar, que desde los años 80 impulsa el MEP y la FOD. Indiscutiblemente, este impulso contribuyó de manera significativa al desarrollo en el país de la industria de alta tecnología –la cual representa 40% de sus exportaciones, solo tres países en el mundo tienen un porcentaje mayor (Filipinas, Singapur y Malasia) – y ha desarrollado una dinámica e innovadora industria de software en manos de nacionales.
Sin embargo, el modelo basado en laboratorios de informática educativa y tutores especializados, que comparten la mayoría de los estudiantes, no llegó al salón de clase ni a la mayoría de los docentes. Datos del censo del 2011 revelan que 94% de los educadores tienen una computadora en su hogar, y tres de cada cuatro tienen conectividad a Internet. Estas cifras, comparadas con el promedio nacional, que no alcanza el 34% de los hogares, constituyen una oportunidad para ofrecer a los docentes nuevas posibilidades para el aprendizaje de múltiples destrezas y conocimientos en beneficio propio, pero, sobre todo, de sus alumnos. La introducción masiva de nuevas tecnologías digitales en el aula y en el hogar, requiere de docentes capacitados y de alta conectividad.
Paralelamente a las acciones del MEP y de la FOD, el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) construyó durante las últimas dos décadas una envidiable infraestructura de fibra óptica para Internet que cubre gran parte del territorio nacional. Hoy la distancia promedio entre esta red de fibra óptica y los centros educativos públicos es de menos de 1,6 km. Gracias a esta corta distancia, es posible –a un costo razonable y a muy corto plazo– la conectividad con suficiente ancho de banda, de al menos 10 Mbps, para todos los centros educativos del país. Un estudio de la Academia Nacional de Ciencias y la FOD así lo confirma. El presupuesto estimado ronda los $20 millones, lo que representa menos del 20% de los fondos que el país tiene reservado para ello en Fonatel.
La unión de estas dos grandes inversiones visionarias del último cuarto de siglo: la red de fibra óptica del ICE y el PRONIE MEP-FOD, generaría una robusta plataforma que brinde oportunidades, disminuya la inequidad educativa y lleve al país a destacar en la sociedad del conocimiento.
Leda Muñoz, Fundación Omar Dengo
Alberto J. Cañas Collado, Instituto de Cognición Humana y de la Máquina, EE. UU
Gabriel Macaya, Academia Nl. de Ciencias