El lunes se cumplieron 200 años de la declaración de Nuestra Señora de los Ángeles como patrona de Costa Rica. Numerosos documentos testimonian la particular devoción hacia la imagen desde el siglo XVII, primero en Cartago y luego en el resto de Costa Rica.
El obispo Bernardo Augusto Thiel escribió que entre 1635 y 1638 se produjo el hallazgo de la imagen y en 1639 ya se estaba fabricando la primera ermita.
Baltazar de Grado, cura de Cartago en el momento del hallazgo y vicario general de Costa Rica para entonces, nombró mayordomo a Luis Rodríguez para la ermita “fundada en los ejidos” de la ciudad de Cartago. Poco después, el sacerdote hizo la primera donación de la que se tiene noticia para el culto a la imagen morena.
Estos dos documentos constituyen el testimonio más antiguo de la autoridad eclesiástica local sobre la ermita edificada en el lugar del hallazgo, apenas 13 años después del acontecimiento.
En los textos sobre la fundación se deja constancia de que la celebración en honor de la Virgen tiene lugar el 2 de agosto de cada año, “fecha en que se halló esta santa imagen”, se concluye. Apenas 18 años después del hallazgo, la autoridad episcopal aprobó la devoción a la imagen de la Virgen de los Ángeles.
Las informaciones son constantes sobre la invocación en diferentes momentos de necesidad de la población de Cartago, ocasionados por terremotos, temblores o pestes, y sobre las manifestaciones de devoción y culto de sacerdotes, religiosos, autoridades civiles y pobladores de la entonces provincia de Costa Rica.
Es comprensible que el obispo Domingo Antonio de Zataraín, en 1739, declarara día festivo de precepto el 2 de agosto de cada año, y que el obispo Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, en 1751, se refiriera a la imagen como “muy milagrosa”.
El obispo Esteban Lorenzo de Tristán ordenó que la imagen de la Virgen de los Ángeles se trasladara el 1.º de agosto de cada año a la iglesia parroquial, donde se celebraría la fiesta, y prohibió comidas, cenas y bailes en las “piezas” de la cofradía, lo que marca el origen de la tradicional “pasada”. Además, a petición del clero, de los franciscanos y del ayuntamiento, se proclamó el Patronato de Nuestra Señora de los Ángeles sobre la ciudad de Cartago y, como consecuencia, se ratificó que la imagen fuera trasladada a la iglesia parroquial para su fiesta.
En otro contexto, el 13 de octubre de 1821, cuando se conocieron los primeros documentos con las noticias de la independencia, se acordó solicitar una misa a la Virgen de los Ángeles “a fin de que se digne interponer con su Hijo Santísimo y nos favorezca con los auxilios de su santísima gracia”, según las fuentes históricas.
En 1824, durante el proceso inicial de configuración institucional del naciente Estado de Costa Rica, la Asamblea Constituyente se instaló el 6 de setiembre en San José. El presidente, Agustín Gutiérrez Lizaurzábal, presentó la moción que fue aprobada, y así, mediante el decreto número IV del 23 de setiembre de 1824, se declaró a la Virgen de los Ángeles como patrona del Estado.
Es importante comprender que, en 1824, fruto de la larga herencia colonial, los elementos políticos y sociales no estaban desarraigados de los religiosos, y más concretamente, de los católicos. Por ello, una asamblea constituyente civil hizo una declaración que llega hoy a su bicentenario.
No fue fruto de la casualidad ni de un momento aislado, sino un punto de llegada de la constante invocación a la Virgen en diversas circunstancias de nuestra historia, en las que los costarricenses siempre han experimentado su especial protección y amparo.
La declaración del patronazgo hace 200 años recoge lo que es la expresión más genuina de la fe del pueblo costarricense, que ha sabido reconocer en la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles la presencia maternal de la Virgen María en medio de nosotros. Ella ha sido un signo de unidad, fraternidad, cohesión social, reconciliación y superación de barreras y castas sociales. Ha hermanado a la sociedad costarricense como un agente esencial en nuestra configuración nacional e identidad.
Que la Virgen sea oficialmente la patrona del pueblo de Costa Rica es un signo de que es la madre de los costarricenses, quienes descubren en ella la guía y el modelo de fidelidad evangélica en el plan redentor del amor de Dios, realizado en la persona de Jesucristo, que nos hace hermanos y nos mueve a construir una sociedad más justa, más fraterna, más inclusiva y solidaria.
El autor es presbítero e historiador.