La paz, la democracia y los favorables indicadores de salud son producto de la ejecución sistemática de estrategias establecidas con una visión a largo plazo y periódicamente modificadas, según la experiencia y el paso del tiempo.
No son obra de la improvisación y, mucho menos, del cinismo político que caracterizó a algunos gobiernos, por no decir a todos.
Los profesionales del sector sanitario, en su mayoría, están muy bien preparados y combinan la atención de los pacientes con la enseñanza y la investigación. Gracias a la doble actividad, la mortalidad infantil y la expectativa de vida son comparables con índices de países desarrollados. Los éxitos deben mantenerse y mejorar. Sin embargo, hacen falta cambios sustanciales y poco populares.
Los nombramientos en puestos de mando, incluidos el ministro y viceministro de Salud, y los titulares de la Dirección General de Salud y la Gerencia Médica de la Caja Costarricense de Seguro Social deben ser hechos ponderando, por un lado, la capacidad académica y, por el otro, la capacidad política de los candidatos.
Es necesario tener “olfato” político, pero de igual forma es fundamental poseer un amplio conocimiento del sistema de salud y de la epidemiología del país para establecer las prioridades de trabajo durante los años venideros.
Es preciso eliminar las plazas en propiedad y contratar personal capacitado por períodos que no superen los cinco años. Es trascendental que el personal en puestos de jefaturas presente planes de trabajo que combinen la atención de los pacientes con la educación y la investigación.
Los avances en el sector sanitario ocurren a gran velocidad, por lo que mantenerse actualizado es todo un reto. El país que no dedica recursos a la educación ni investiga está destinado al fracaso y a sufrir parálisis intelectual profunda.
Los empleados públicos necesitan motivación, y una parte es tener un sueldo similar al que pagan clínicas y hospitales privados.
Lo anterior no significa que el gobierno deba pagar salarios más altos por el mismo trabajo, pero sí que considere mecanismos con el propósito de remunerar la disponibilidad médica, que faciliten alianzas estratégicas transparentes con la actividad privada o estimule el sistema de medicina mixta.
Se deben modificar las relaciones con los trabajadores y los sindicatos para que los pacientes estén en primer lugar, se les respete y nunca se ponga en peligro sus vidas por alcanzar ventajas laborales.
Los puestos políticos en el sistema de salud deben dejar de ser parte del botín. Contamos con una gran cantidad de profesionales que sin la menor duda pueden ocupar puestos de jefatura. Es hora de abandonar los nombramientos de pegabanderas, que los políticos de turno hacen en las comisiones que apoyan la función del Ministerio, por ejemplo, la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología, o en puestos clave para la formación de profesionales del Centro de Desarrollo Estratégico e Información en Salud y Seguridad Social (Cendeisss).
Es inconcebible que luego de un nombramiento tengamos que buscar en Google cuál es la experiencia de determinada persona y cuál es la formación que la vuelve idónea para determinada plaza.
La salud y la educación deben ser prioridad en el gobierno. Debemos seguir siendo un país próspero, educado y sostenedor de un sistema que ofrezca a la población baja mortalidad infantil y esperanza de vida larga con calidad.
El autor es pediatra infectólogo.