Estados Unidos está intentando recuperar su liderazgo en el escenario geopolítico mundial. El 11-S, la crisis financiera junto con el fiasco de la aventura militar en Iraq hicieron que su presencia se viera fuertemente desgastada y se sembrara una serie de dudas con respecto a su preeminencia en el escenario global.
Si bien la crisis está lejos de ser superada y que la nueva apuesta militar hacia Afganistán supone interrogantes importantes, las recientes medidas de Estados Unidos, tales como su inminente alianza estratégico-comercial con países de Asia, están dirigidas a mantener su preeminencia como potencia que es. La pregunta reside precisamente en saber si esa posición será duradera o si estamos frente a su definitivo declive.
El Imperio. En los últimos 60 años Estados Unidos ha tenido una presencia militar considerable en diversos lugares del planeta ya sea por medio de bases (Alemania, Filipinas y Cuba) o por medio de la intervención directa en determinados puntos (Haití, Iraq, la antigua Yugoslavia).
Asimismo, su influencia económica, cultural, tecnológica y sobretodo comercial, continúa siendo significativa, por lo que su concepción como Imperio es correcta.
Si bien esta consideración puede ser discutible para muchos politólogos, políticos e historiadores, para el suscrito es una realidad que, por cierto, no ha sido necesariamente negativa.
A partir de un análisis general y sintético de la historia podemos señalar que las razones por las que un imperio comienza a experimentar un declive son las siguientes: razones políticas, que se basan en una deslegitimación de las autoridades que afectan la solidez de las instituciones; razones económico-sociales que hacen referencia a la imposibilidad de solventar las necesidades básicas de una población generando descontento social; razones militares que se basan en la imposibilidad de mantener diversos frentes simultáneamente o en el debilitamiento por la sucesión de derrotas; o simplemente debido al desgaste natural por la prolongación en el tiempo del dominio de una potencia.
Si bien es muy complejo realizar generalizaciones a partir de algunos datos históricos, sí podemos encontrar puntos de coincidencia entre la historia y la situación actual de los Estados Unidos.
Desde un punto de vista económico social, la crisis financiera que experimenta Estados Unidos (y el mundo) es insospechadamente profunda, lo que ha generado un importante resquebrajamiento social (la cifra de desocupados es alarmante).
A pesar de algunas señales positivas y del decisivo plan de salud universal promovido por Barack Obama, es probable que la recuperación definitiva tarde años.
Políticamente, las instituciones norteamericanas son robustas y bien asentadas desde hace más de dos siglos, pero resulta curioso que la crisis proviniera de uno de los sectores más regulados como el financiero.
De hecho, resultó notoria la existencia de un tráfico de influencias entre autoridades regulatorias y bancarias –sin contar con los excesivos riesgos asumidos por algunos–, lo que evidencia un serio problema en la escala de valores de las partes involucradas y genera una incipiente deslegitimación.
Por otro lado, es incuestionable que Estados Unidos tiene la supremacía militar en el mundo, especialmente desde las perspectivas tecnológicas y logísticas. Sin embargo los cálculos estratégicos en Iraq resultaron errados, enmarcando un trascendente revés geopolítico. La apuesta militar en Afganistán genera incertidumbre, especialmente si tomamos en cuenta las derrotas sufridas por diferentes potencias a lo largo de la historia de ese país. Incluso estamos hablando de frentes localizados a miles de kilómetros por lo que el esfuerzo militar seguirá siendo descomunal y oneroso. A lo anterior tendríamos que agregar los atentados del 11-S que entre otros aspectos vino a demostrar gravísimas falencias en los servicios de inteligencia.
Conclusiones. Tomando como base exclusivamente las pistas que entrega la historia, se puede establecer que estamos en presencia de un desgaste de Estados Unidos como potencia.
Es plausible que este proceso tome mucho tiempo en materializarse, a pesar del particular aceleramiento de los últimos cinco años. Sin embargo, a lo largo de su historia, Estados Unidos ha gozado de una extraordinaria adaptabilidad para superar los desafíos que se le han planteado. Si bien hay pistas para marcar un probable declive, sabemos que la Historia es ante todo sorpresa.