En 1990 se dio un hecho relevante a nivel mundial: la publicación por parte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) del Informe sobre Desarrollo Humano , el cual incluía el Índice de Desarrollo Humano (IDH). Este indicador permite realizar comparaciones del grado de desarrollo relativo de los países, considerando de forma integrada tres dimensiones básicas: una vida saludable y prolongada, el acceso al conocimiento y el disfrute de un nivel de vida digno. Si bien el fenómeno del desarrollo/subdesarrollo es complejo, la tendencia hasta ese momento era utilizar el PIB per cápita como el indicador del grado de desarrollo de los países, por lo que la introducción del IDH y su inmediata aceptación internacional marcan un antes y un después en esa materia.
Como parte del cambio provocado por la introducción del IDH, otros indicadores sintéticos de diferentes facetas del desarrollo han visto la luz, como el Índice de Competitividad Global, elaborado por el Foro Económico Mundial, o el Índice de Desempeño Ambiental, estimado por dependencias de las universidades de Yale y Columbia, entre otros.
El seguimiento y análisis de indicadores de ese tipo, incluyendo la posibilidad de derivar recomendaciones para la definición de políticas públicas, es una de las prioridades del Observatorio del Desarrollo (OdD) de la Universidad de Costa Rica. De igual forma, es de gran importancia para este centro de investigación contribuir a que se dé una adecuada interpretación a estos indicadores.
Precisiones necesarias. Dada la reciente publicación del Informe de Desarrollo Humano 2014 y los resultados del IDH, destacados por La Nación en su artículo del 24 de julio “Costa Rica es 11.° en calidad de vida en la región”, se ha considerado conveniente compartir el análisis realizado por el OdD.
Efectivamente, como se indica en el artículo de La Nación , Costa Rica ha retrocedido en su posición relativa de desarrollo según el IDH, tanto a nivel regional (América Latina), como a nivel mundial. En este último caso el país pasó del puesto 62 según el Informe 2013, al puesto 68 según el Informe 2014 (en ambos años entre un total de 187 países y regiones). Se indica además en ese artículo que “países como Venezuela y Panamá superaron a Costa Rica en calidad de vida en la nueva medición de desarrollo humano”. Conviene entonces realizar algunas precisiones.
Aunque el IDH se estimó por primera vez en 1990 –y a partir de ese momento se publica anualmente–, también se han realizado estimaciones para años anteriores, incluso desde la década de los años setenta. El análisis de la evolución de largo plazo del IDH arroja un importante resultado: la mayor parte de los países del mundo han progresado en desarrollo humano, en las dimensiones consideradas por el IDH.
A nivel latinoamericano, siempre con una perspectiva de largo plazo, Costa Rica ocupó por muchos años las posiciones 3 o 4 entre 18 países latinoamericanos (sin incluir Cuba), junto con Argentina, Uruguay y Chile. Sin embargo, según el IDH publicado en el 2014 (con datos para los años 2012-2013), Costa Rica ocupa la posición 6, entre esos mismos 18 países, habiendo sido desplazada por Panamá y Venezuela.
Por componentes del IDH, Costa Rica se ha ubicado consistentemente en primer lugar en lo referente a una vida larga y saludable –medida por la esperanza de vida al nacer–, y en posiciones más rezagadas en lo referente a educación –medida por indicadores de matrícula y más recientemente de expectativas de logro educativo– y nivel de vida –medido por el PIB/ingreso per cápita–. Hay que reconocer que en materia educativa la brecha entre Costa Rica y los demás países latinoamericanos se ha cerrado –lo cual es muy positivo a nivel regional–, pero pone en evidencia el estancamiento en los logros del país en esta materia.
Cautela al interpretar. Ahora bien, no obstante la importancia del IDH para reflejar las tendencias de largo plazo en el desarrollo humano, se debe tener mucha cautela con la interpretación de las variaciones interanuales, ya que la mayor parte de los indicadores que se utilizan para la medición del IDH no deberían mostrar variaciones fuertes de un año para otro.
Por ejemplo, aumentos en la esperanza de vida al nacer son resultado, en principal medida, de incrementos en las inversiones en salud, agua potable y educación, que resultan en mejorías graduales del indicador. Es difícil imaginar una situación tan extrema que provoque un fuerte aumento o reducción en este indicador de un año para otro. Igualmente sucede con el acceso al conocimiento, ya que incrementos en los indicadores requieren de más inversiones en educación, reformas educativas y otros, con impacto en el mediano y largo plazo.
El único indicador en el que pueden darse fuertes variaciones entre un año y otro es el PIB/ingreso per cápita, que aproxima la dimensión de disfrute de un nivel de vida digno. Sin embargo, las variaciones (aumentos o disminuciones) de gran magnitud en este indicador generalmente son de carácter coyuntural. No debe extrañar entonces que Panamá sea de los países latinoamericanos que ha superado a Costa Rica en IDH, pues la ampliación del Canal se refleja en fuertes incrementos en la producción e ingresos de ese país.
Por otra parte, al analizar el IDH, se debe tener presente que la estimación de este se realiza a partir de información “oficial” de los países. Podría suceder que en algunos países se considere que el IDH es un instrumento de evaluación del accionar del gobierno de turno, por lo que habría un interés especial en que el IDH aumente de forma sostenida cada año, para lo cual se podrían oficializar indicadores que no reflejan la situación real del país.
En cualquier caso, se concluye que el IDH sigue siendo un indicador importante para comprender la situación del desarrollo a nivel mundial y de Costa Rica en particular, y que con una perspectiva de mediano y largo plazo se confirma que como país hemos perdido impulso en el avance hacia el logro de mayores niveles de desarrollo, por lo que debemos realizar esfuerzos renovados en las dimensiones consideradas, especialmente en educación.