La nueva ministra de Salud, Giselle Amador, anunció ante los medios de comunicación que el reglamento para poner en práctica el aborto terapéutico quedaría paralizado porque no es una prioridad.
Durante la campaña presidencial, el Partido Acción Ciudadana (PAC) afirmó numerosas veces que tal reglamentación era importante para su gobierno y, de resultar electos, el plan se pondría en marcha. ¿Qué pasó entre ese momento, hace unas cuantas semanas, y ahora?
La respuesta es sencilla: política. Como dijo Henri Queuille, “la política es el arte de posponer decisiones hasta que no sean relevantes”.
Para entender el panorama de la normativa del aborto es útil emplear el modelo de las tres corrientes, descrito por Kingdon (1984). El modelo sugiere que las acciones en política ocurren solo durante ventanas de oportunidad en que tres corrientes separadas se unen. Una primera corriente, llamada problema, consiste en el reconocimiento de un problema y percepción del público de que corresponde al gobierno resolver dicho problema. La segunda corriente es la solución política, en la cual surge una solución realista y viable para dicho problema. La tercera corriente, voluntad política, opera con más independencia de las primeras dos, y se ve influenciada por cambios de gobierno, campañas de grupos de interés y el contexto nacional.
Promesa momentánea. Hace unas semanas, parecía que la ventana de oportunidad había llegado. La ausencia de protocolo y normativa para la observancia del artículo 121 del Código Penal se había establecido como un problema cuya resolución le competía al gobierno. La solución política se acordó que constaba en finalizar la revisión de los documentos legales para dicha normativa, y había llegado al poder un partido político que, según su programa de gobierno, decía tener la voluntad política.
Durante las negociaciones para el gobierno de “coalición” se perdió la voluntad política y dos hombres que nunca han tenido que pasar por un embarazo tomaron una decisión que afectará los cuerpos de la mitad de la población del país. Pero así como la voluntad política cambió una vez, puede cambiar de nuevo, y ahí es donde nos corresponde a nosotros como ciudadanos hacernos escuchar.
Carlos Alvarado y Rodolfo Piza están en el poder porque nosotros los pusimos ahí. Los diputados a la Asamblea Legislativa están ahí porque nosotros votamos por ellos. Los políticos deben responder a los llamados del pueblo, y si nos unimos de manera fuerte y contundente podemos alinear las corrientes una vez más para alcanzar esa elusiva ventana de oportunidad.
El 25 de mayo, en Irlanda, en un referendo, ganó la opción que permitirá acceso al aborto legal y seguro en el país. Por tratarse de una nación predominantemente católica, como Costa Rica, tenemos mucho por aprender de su experiencia.
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Durante semanas, hubo mucho odio y enojo, y las calles de Irlanda estuvieron tapizadas con carteles gráficos y sangrientos para la campaña del “No”. Sin embargo, el movimiento #Together4YES se mantuvo fuerte, respetuoso, y utilizó historias de mujeres para transmitir un mensaje que tal vez para mucha gente es algo lejano.
Fue un mensaje de esperanza, de justicia social, de derechos humanos, y ese es el sentimiento que debemos replicar para cambiar la voluntad política.
La autora es médica, salubrista y antropóloga.