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Cuarenta años de la visita de Juan Pablo II

El papa Juan Pablo II vino a renovar la esperanza y los anhelos de paz en la convulsa Centroamérica de la década de los ochenta

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El papa Juan Pablo II visitó Costa Rica hace cuarenta años. Vino a renovar la esperanza y los anhelos de paz en la convulsa Centroamérica de aquellos días.

Estuvo en Costa Rica el 2 y 3 de marzo de 1983. Partió hacia Nicaragua y Panamá, volvió a nuestro país para descansar y salió el 6 de marzo hacia El Salvador.

A diferencia de las demás naciones centroamericanas, san Juan Pablo II no regresó físicamente, pero lo hizo espiritualmente, intercediendo para que Dios concediera el milagro de la salud a la costarricense Floribeth Mora Díaz, que en el 2014 permitió que fuera reconocido como santo.

Costa Rica fue la primera nación centroamericana visitada por un papa. El periodista Danilo Arias Madrigal lo calificó como “el acontecimiento del siglo”.

Centroamérica se desangraba por los conflictos armados, que la hacían ser una de las regiones más violentas del mundo. En su saludo a Costa Rica al llegar al aeropuerto, el Papa dijo: “Ha resonado con acentos de urgencia en mi espíritu el clamor desgarrador que se eleva desde estas tierras y que invoca la paz, el final de la guerra y de las muertes violentas; que implora reconciliación, desterrando las divisiones y el odio; que anhela una justicia, larga y hasta hoy inútilmente esperada”. A Costa Rica la llamó “tierra de fecunda historia y amante de la paz”.

Fueron dos días intensos, Juan Pablo II estuvo en el Seminario Central en Paso Ancho, donde se reunió con los obispos de Centroamérica, y, luego, descansó en la Nunciatura Apostólica.

El 3 de marzo visitó el Hospital Nacional de Niños y la Casa Presidencial. Presidió la eucaristía en el Parque Metropolitano La Sabana y en su homilía exhortó a los creyentes a renovar su fidelidad a la Iglesia. En la tarde se trasladó a la Catedral Metropolitana, donde lo esperaban sacerdotes y religiosos y religiosas. A estas últimas dirigió su mensaje.

De allí, pasó al Estadio Nacional. El encuentro con los jóvenes se convirtió en una gozosa fiesta, y les propuso su recordada “síntesis-programa” encerrada “en un no y un sí”.

En la noche se reunió en la Nunciatura con los jueces de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Concluyó así el 3 de marzo de 1983, “un día memorable, histórico e inolvidable”, en palabras de Arias Madrigal.

En cada actividad, al santo padre lo acompañaron multitudes, incluso durante la noche, fuera de la Nunciatura y en sus traslados al aeropuerto para sus visitas a Panamá y Nicaragua.

El 4 de marzo, en Nicaragua, huestes sandinistas profanaron la celebración eucarística papal en Managua, ante las que el sumo pontífice alzó su valiente voz. En la noche a su regreso, muchos fuimos a la autopista General Cañas y a los alrededores de la Nunciatura para saludarlo en desagravio a aquella afrenta auspiciada por el gobierno sandinista.

El domingo 6 de marzo, el Papa se despidió de Costa Rica. Dijo entonces: “Costa Rica me ha dispensado en estos primeros días de mi viaje apostólico a América Central una hospitalidad llena de calor, afecto y generosa disponibilidad (…), cuyo recuerdo imborrable me llevo conmigo. Los encuentros tenidos me han permitido conocer mejor a este querido pueblo y los profundos valores humanos, morales y religiosos que han construido y sostienen este país. Mi mayor deseo es que estos valores sean conservados y consolidados, porque así se podrá mirar con esperanza y optimismo hacia el futuro”.

Con su invocación a la Virgen de los Ángeles y su bendición, se despidió definitivamente de Costa Rica a las 8:46 a. m.

La visita de Juan Pablo II a Centroamérica y Haití hay que analizarla en su conjunto, repasando sus mensajes y homilías en todas las naciones visitadas, llenos de luz para nuestro tiempo. Su llamado a la justicia, a la paz y a la reconciliación en esta visita apostólica y en sus posteriores encuentros con las naciones de la región contribuyó al proceso de paz promovido poco tiempo después.

Quienes vivimos la visita del papa Juan Pablo II quedamos marcados para siempre y las generaciones actuales están llamadas a valorarla. Cuarenta años después, “el obispo vestido de blanco” nos vuelve a llamar a la fe, a la paz, a la justicia, a la solidaridad y a la esperanza.

padrevilchez@gmail.com

El autor es presbítero e historiador.

Visita del papa Juan Pablo II a Costa Rica en marzo de 1983. Archivo La Nación (Fotógrafos/La Nación)

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