Daniel Oduber fue uno de los hombres más inteligentes y mejor formados académicamente que hayan ejercido la presidencia de la República (1974-1978). Con ocasión del centenario de su nacimiento, el 25 de agosto, quisiera recordar otras dos características mucho menos conocidas que las tradicionales.
Daniel era canciller, en 1965, cuando me llamó para decirme que el puesto de embajador de Costa Rica en Israel estaba vacante y si me gustaría ocuparlo, que en cuanto a las relaciones entre ambos países había muy poco que hacer, pues cualquier cosa la resolvían en una conversación telefónica Ben Gurión y don Pepe. El interés de él en Israel era otro.
Me manifestó que en unos años los conflictos del mundo no serían entre el este y el oeste, sino entre el norte y el sur. Que Costa Rica tenía buenas relaciones e información sobre el norte, pero muy poca acerca del sur, salvo la parte del continente americano. Específicamente, no teníamos relación y era poco el conocimiento de lo que ocurría en el continente africano.
En ese tiempo, Israel era un centro de política africana, ya que, inteligentemente, los israelíes habían estrechado los lazos con los países del África negra, que eran la espalda de muchos de los enemigos árabes.
Me pidió que, al llegar a Israel, me dedicara a fomentar las relaciones con las embajadas africanas que ahí existían, ya que él pensaba que cuando ganara las elecciones de 1966 nombraría un embajador «at large» en el continente africano, y esa persona debía ser joven y estar dispuesta a trasladarse continuamente a los distintos países africanos.
El reto y la oportunidad no podían ser mejores, por lo que acepté; sin embargo, el resultado de las elecciones, que le fue adverso, frustró esta increíble oportunidad.
El otro aspecto que quiero resaltar tiene que ver con la gobernabilidad. En 1974, entramos en la Asamblea Legislativa ocho fracciones partidarias y pronto fuimos nueve, cuando se dividió Unificación Nacional. Daniel Oduber no tuvo ningún problema de ingobernabilidad. Había liderazgo en la presidencia y una coordinación permanente del presidente de la República con los jefes de fracción.
Prácticamente, todas las semanas nos reuníamos, y, así, se logró que la Asamblea aprobara, entre otros importantísimos proyectos, la ley de asignaciones familiares, el empréstito de Caldera, el préstamo para construir la carretera hacia Limón, el distrito de riego de Moracia y una compra inaudita y única de una gran cantidad de maquinaria para el Ministerio de Obras Públicas con el fin de realizar una gran cantidad de proyectos urgentes.
Todo esto se consiguió porque en las diferentes leyes se incluían conceptos que los diputados de oposición considerábamos relevantes, como, por ejemplo, para mencionar solo dos, en el empréstito de Caldera se estableció un principio de que, si en el futuro el Estado tenía que expropiar terrenos aledaños al proyecto, los propietarios no se beneficiaran de la plusvalía obtenida por la inversión estatal y, en el caso de la maquinaria, que se llevarían a cabo obras que los diputados de oposición determinamos en una lista de proyectos. Existía la certeza de que lo acordado sería respetado por el Ejecutivo, y puedo decir que así fue.
Hay otra infinidad de características de Daniel Oduber por destacar, pero otros serán quienes lo hagan.
El autor es abogado.