La defensa de toda causa siempre implica una lucha continua. La identidad de un pueblo es también un proceso constante, que continuamente incluye nuevos rasgos, símbolos, expresiones y lenguajes. Por ello, resulta vital contar con el espectro completo, la muestra íntegra de manifestaciones que forman nuestro patrimonio cultural.
En los últimos años y gracias a iniciativas variopintas, públicas y privadas, los costarricenses hemos forjado una mayor conciencia de nuestra particular identidad y los aspectos que la reflejan. El Espacio Cultural Carmen Naranjo, Enamorate de tu ciudad y el Art City Tour son algunos ejemplos.
En cuanto al patrimonio arquitectónico, hay que reconocer una labor más activa del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICP) del Ministerio de Cultura y el Nocturbano, una serie de visitas guiadas por monumentos, barrios y edificios emblemáticos de la capital, que ahora se ha extendido a otras ciudades.
Varias construcciones han regresado del pasado y del olvido para integrarse a ciudades cada vez más cambiantes: los edificios Herdocia, Macaya, Steinvorth, el Correo de Alajuela y el antiguo Matadero Municipal de Puntarenas son algunos de ellos.
Si bien es cierto la Ley 7555 pretende proteger al Patrimonio Histórico Arquitectónico de Costa Rica, su alcance es limitado y la lucha debe ir más allá de un marco legal, involucrando niveles altos de responsabilidad educativa y participación ciudadana.
Aún es lamentablemente frecuente ver cómo se destruyen inmuebles únicos, que son parte de nuestra historia. Los ejemplos abundan y el proceder suele ser el mismo: se empieza a desmantelar desde el fondo hasta el frente, hasta que, de un día para otro y para nuestra sorpresa, el edificio desaparece. Esto puede apreciarse actualmente con una bella construcción ubicada al costado noroeste del Instituto Nacional de Seguros, en barrio Amón, una “Zona de control”, según nombra el CICP. Dado que no ha sido declarado como patrimonio, no se puede hacer nada para evitar su demolición.
El esfuerzo y denuncia constantes de vecinos y organizaciones dio como resultado la restauración de la Casa Jiménez de la Guardia, en San José –50 metros al norte del cine Variedades–, por parte del CICP. Hoy, turistas y transeúntes pueden admirar tal vez la única construcción en pie que muestra la gloria del estilo Art Noveau y su presencia en nuestro país.
La lucha por la protección del patrimonio arquitectónico debe ser parte de la formación y adoptarse como parte de nuestro estilo de vida. Incorporar una opción rápida de denuncia en la página web del CICP y el seguimiento inmediato a la misma es un buen comienzo. También deben desarrollarse mejores acciones que amparen a los dueños de edificios patrimoniales o susceptibles a ser declarados como tales, pues muchas veces el propietario carece de los medios para mantener o restaurar el inmueble y ante esto, la demolición es la única vía.
El involucramiento de la población, junto con la reacción pronta de las autoridades propiciará una alianza efectiva con el propósito de proteger a estos gigantes y pequeños pero significativos testigos del tiempo, que han podido presenciar nuestra historia y sobrevivir para contarla.