Supongamos que el papá de un niño al que llamaremos Maurice organiza una fiesta para celebrar los once años de su hijo. Para diversión de todos los invitados, el papá planea un juego y el ganador se llevará un gran regalo. Maurice no es el joven más atlético, ni el más habilidoso, y, reconociendo esta condición, el papá elige la carrera del huevo en la cuchara un poco amañado.
Traza la línea de salida y la meta. Mientras explica las reglas a los invitados, coloca un huevo en la cuchara de Morice y este comienza a caminar lentamente hacia la meta.
Los amigos de Maurice, furiosos, le reclaman, y el papá, como si la cosa no fuera con él, señala que cuanto más rápido les explique las reglas, más pronto podrán comenzar, y continúa detallado las normas y las sanciones por incumplimientos: todos debían salir al mismo tiempo, no debían empujar a otros y, entre otras reglas, si el huevo se les caía debían comenzar de nuevo.
Para cuando los amigos pudieran comenzar, Maurice habría recorrido la mitad del terreno y, aunque lento, llevaría una gran ventaja a sus amigos. Otra niña, supongamos que Clara, trata de acelerar el paso, pero es la primera a quien se le cae el huevo y debe desandar el camino, tomar otro huevo y comenzar la competencia.
Maurice continúa avanzando. Otro amigo, por su parte, trata de ir despacio y a paso firme, pero justo cuando está cerca de Maurice, este se vuelve hacia él y lo sorprende, y, claro, el huevo también se le cae, debe emplear energía en regresar y comenzar otra vez.
A Maurice se le cae el huevo dos veces, pero en ambas ocasiones saca uno de los que lleva en los bolsillos, lo coloca en la cuchara y sigue su camino. Por más que intentan alcanzarlo, Maurice gana la carrera. Los amigos prometen no volver a sus fiestas y finalmente todos pierden.
Ventaja indebida para el ICE
Las similitudes entre este cuento con el desarrollo del mercado de las redes 5G en Costa Rica son sorprendentes. En setiembre del 2022, el Consejo de Competitividad advirtió de que la devolución parcial de frecuencias en las bandas superiores a 3.500 megahercios (MHz) y la retención de la banda de 2.600 MHz conlleva un beneficio directo para la empresa estatal, que se supone debe operar en un mercado en competencia.
Es una ventaja indebida que se le otorga al ICE y lo coloca en una posición anticompetitiva. En palabras de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel), “esta condición podría debilitar la competencia del mercado de forma contraria a los principios de trato igualitario y competencia”.
El 4 de julio, la Sutel publicó el precartel de la concesión para el uso y explotación del espectro radioeléctrico, pero la situación no ha mejorado y se han ampliado las ventajas anticompetitivas.
Según anunció el ICE, en los últimos meses ha habido avances en el desarrollo de la red 5G con pruebas de concepto en centrales del operador, la Universidad de Costa Rica y el Estadio Nacional. Además, realizaron procesos de contratación de servicios fijos y redes privadas, seleccionaron una empresa privada como proveedora y adjudicaron contratos para redes privadas.
En marzo, el presidente del ICE informó de que publicaron el primer cartel para contratar la construcción de infraestructura para instalar la tecnología 5G y anunció que las primeras conexiones operarán antes de terminar este año.
Los operadores privados interesados en ingresar a este mercado han debido esperar —y continúan esperando— la publicación del cartel de licitación. Tampoco han logrado acceder a estas bandas para desarrollar pruebas de concepto experimentales en 5G. Como en el hipotético caso de Maurice, el ICE aventaja en mucho terreno a sus competidores.
La ventaja podría crecer con el tiempo. Mientras los operadores que participen en la nueva licitación solo podrán utilizar una parte del espectro en concesión, el ICE dispondrá de una mayor proporción que no fue rescatado por el Poder Ejecutivo (cuando menos tres veces más que sus competidores).
A la larga, la fracción del espectro para los operadores que compitan en la licitación tendrá un alcance limitado y agotará las posibilidades de ampliación de cobertura, lo que los obligará a realizar inversiones de infraestructura para expandir su mercado.
El ICE, por el contrario, no llegará a esta situación, dado que siempre dispondrá de más espectro para “activar” y continuar expandiendo sus negocios sin necesidad de efectuar elevadas inversiones en bienes de capital, en comparación con los demás competidores.
Además, el espectro en poder del ICE podrá ser explotado sin ningún tipo de regulación excepcional, como a las que deberán someterse los operadores privados, puesto que el cartel de licitación incluirá requerimientos mínimos de cobertura, cuotas de mercado en lugares de baja cobertura, velocidades mínimas, entre otros.
El desarrollo de las redes 5G ocurrirá en un mercado en competencia, pero solo en el papel. Las ventajas que se le siguen otorgando al ICE se traducirán en mayores costos para los consumidores y en menor competitividad de Costa Rica frente a otros mercados de interés para futuros inversionistas.
Según la Sutel, la exclusión de la banda de 2,6 gigahercios implica un incremento en el costo de infraestructura, que posiblemente se traduzca en mayores precios de los servicios para la población.
Hemos perdido ya mucho tiempo esperando las condiciones de competencia adecuadas para licitar el espectro que permita el desarrollo de las redes 5G y, si por la víspera se saca el día, el proceso tomará más tiempo del que la Sutel prevé. Existen claros ganadores en esta situación, pero no serán los consumidores.
Alejandro Batalla Bonilla y Andrés Fernández Arauz son presidente y economista, respectivamente, del Consejo para la Promoción de la Competitividad.
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