Después del desfile de faroles, el miércoles 14 de setiembre, a las 11:22 p. m., el Banco Central (BCCR) anunció el sétimo aumento del año de la tasa de política monetaria (TPM). De un 0,75% en enero subió al 8,50% a partir del 15 de setiembre.
Los incrementos de la TPM tienen implicaciones muy serias en todo el sistema financiero y la economía. Es la guía que utilizan los intermediarios para calcular lo que les costará financiarse en caso de requerir recursos del Banco Central, pero además es la que utilizan para el cálculo de las tasas que cobrarán por los créditos, por tanto, los aumentos se traspasan a las tasas activas, que pagan el público y las empresas.
Los efectos para las familias y el sector productivo que necesiten dinero o tengan préstamos será el estrujamiento de sus finanzas y la desaceleración de la actividad económica. Si las personas contrajeron deudas en tasas variables, estas van a aumentar, lo que reduce el ingreso disponible y el consumo de otros bienes y servicios.
Las empresas deberán acomodar las finanzas y, de hecho, tenderán a recortar gastos para ajustar el presupuesto a la nueva realidad. Con el alza de las tasas de interés, se limita la propensión al riesgo y las inversiones en nuevos emprendimientos. El índice mensual de actividad económica (IMAE) registró 12 meses seguidos de desaceleración; pasó de un 10,3% en enero a un 3,5% en agosto.
Los aumentos de la TPM, a pesar de la ralentización de la economía, tienen la intención de controlar la inflación. Esta, a diferencia del 2021, cuando terminó en un 3,30%, dentro del rango meta del BCCR, entre un 2 y un 4%, ya la sobrepasa, pues de enero a agosto alcanzó el 9,45% y este mes rompió el récord de los últimos 12 años: la inflación interanual de setiembre del 2021 a agosto del 2022 alcanzó un 12,13%.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos, transporte, alimentos, bebidas no alcohólicas y comidas fuera del hogar son los que más contribuyen al crecimiento de la inflación. Lamentablemente, estos gastos representan una mayor porción de los ingresos de las personas más pobres. En otras palabras, la inflación se convierte en el más perverso de los impuestos que debe enfrentar la población.
El BCCR y el gobierno deben considerar el doble estrujamiento en los bolsillos de las familias con menos recursos y endeudadas, que a corto plazo tendrán que afrontar el pago de mayores intereses, altos precios de su canasta básica y quizás hasta la pérdida de empleo debido a la desaceleración de la economía.
Es urgente un plan de reactivación económica y una política económica clara que reduzca la incertidumbre y genere estabilidad y confianza en el sector productivo.
El autor es director del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible.