Centralización, falta de recursos económicos, desabastecimiento de insumos básicos, atención médica deshumanizada y largas filas desde la madrugada en las clínicas periféricas y citas a muy largo plazo en las especialidades y para intervenciones quirúrgicas son problemas muy antiguos y graves.
Son, asimismo, ampliamente conocidos y debatidos por políticos durante las campañas políticas. No se vale decir, una vez en el gobierno, que no se conocían, pues cuando aspiran a los cargos de poder hasta soluciones absurdas ofrecen al electorado.
¿Cuántas veces hemos oído en tiempo de elecciones a candidatos a la presidencia discutir sobre cómo van a lograr que el Estado pague la enorme deuda con la CCSS, que van a lograr que los morosos cancelen sus cuotas o que van a dar una “lucha frontal” en contra de las largas filas de espera?
Lo discuten en su calidad de “expertos” sobre el sistema de salud para, una vez en el gobierno, poner gente sin preparación a cargo de las principales instituciones del sector de la salud, es decir, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y el Ministerio de Salud.
Los problemas que encara la institución desnaturalizan toda la razón de ser de la CCSS, en virtud de que cuando un paciente tiene una enfermedad grave, ¿de qué sirve que se le conceda una cita a 6 o 12 meses plazo? No es solo humillante, sino también absurdo y una falta de respeto hacia el enfermo.
Mas aún, en las citas a largo plazo nacen la mayoría de los problemas de atención médica, desde la frustración del paciente y el profesional hasta los actos de corrupción, como los llamados biombos, o la necesidad del paciente de acudir a la consulta privada en busca de una solución a su problema de salud.
Existen además otros enormes problemas poco comentados y que se hicieron más evidentes durante la pandemia: el hurto de artículos en clínicas, hospitales, oficinas, almacenes y bodegas, las incapacidades extendidas sin que la persona esté enferma y el incumplimiento de horarios.
Si bien todo esto es muy serio, peor es lo que sucede cuando se quiere poner coto a estas evidentes formas de corrupción, ya que debe enfrentarse un procedimiento engorroso y, al final, los sindicatos y sus abogados presentan acusaciones de persecución y exigen una condena y pago de costas.
Como consecuencia, la mayoría de los responsables no quieren verse involucrados en juicios que quitan tiempo, tranquilidad y quizás hasta el dinero propio, y optan por ni siquiera amonestar, con lo que prevalece la impunidad para quienes están asaltando la institución con estas prácticas bochornosas.
El hurto de materiales, la pérdida de tiempo, las incapacidades ficticias, el abuso de permisos, las ausencias injustificadas y los dictámenes médicos que obligan a poner a un empleado en determinadas funciones o en determinado horario son en conjunto el tumor maligno más grande que tiene la CCSS, le cuesta al pueblo miles de millones de colones cada año y explican en gran medida muchas de las deficiencias que agobian a los usuarios.
El autor es pediatra infectólogo.