Cada cuarto jueves de abril, el mundo celebra el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), una iniciativa impulsada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que este año se conmemora el 24 de abril. Pero más allá del calendario, esta fecha pone sobre la mesa una realidad persistente: la urgente necesidad de fomentar la participación de niñas y adolescentes en un sector que define el presente y moldeará el futuro.
El ámbito de las TIC sigue marcado por una profunda brecha de género. A nivel global, menos del 30% de los profesionales que trabajan en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son mujeres. La proporción es aún menor en campos como la inteligencia artificial o la ciberseguridad. Esta infrarrepresentación no responde a una cuestión de capacidades, sino a barreras culturales, sociales y estructurales.
Desde edades tempranas, muchas niñas no encuentran referentes femeninos en la tecnología. Los estereotipos limitan sus aspiraciones y el entorno educativo y familiar a menudo no alienta con suficiente fuerza su acercamiento a estas disciplinas. A eso se suman las brechas de acceso digital en contextos vulnerables, que agravan aún más la desigualdad.
Promover la inclusión de niñas en las TIC no es solo un asunto de equidad, sino de desarrollo. La diversidad de pensamiento y de experiencias en los equipos tecnológicos enriquece la innovación y garantiza que los productos y servicios digitales respondan a las necesidades de toda la población. Dejar fuera a las niñas es prescindir de talento, creatividad y soluciones transformadoras.
Por ello, el Día de las Niñas en las TIC es una oportunidad para recordar que cerrar la brecha digital de género requiere compromiso colectivo: políticas públicas que garanticen el acceso a la formación tecnológica desde la infancia, programas escolares que estimulen el pensamiento computacional en niñas, visibilización de mujeres referentes en el sector y entornos laborales inclusivos que no solo abran la puerta, sino que acompañen el crecimiento profesional femenino.
Cada niña que accede a la tecnología es una posibilidad de futuro, no solo para ella, sino para toda la sociedad.
La vocación tecnológica no tiene género. La inspiración sí necesita visibilidad. Por eso, más niñas en las TIC no es una meta, es una urgencia.
Emilia Gazel es la rectora de la Universidad Fidélitas.