Miles de costarricenses en el exterior enfrentamos abandono y burocracia extrema en los consulados. Los costarricenses que vivimos en el extranjero enfrentamos un verdadero calvario cada vez que necesitamos atención de los consulados de Costa Rica en Estados Unidos. La experiencia no es solo frustrante, es indignante. Y la responsabilidad tiene rostro: el del canciller.
Hace unos días, al planear un viaje familiar, revisamos nuestros pasaportes. Mi esposa, adulta mayor como yo, tenía el suyo vencido. Lo lógico era llamar al consulado para gestionar una cita. Lo intentamos durante dos semanas sin éxito. Finalmente, opté por contactar al Ministerio de Relaciones Exteriores en San José, donde al menos alguien contestó. Pero tampoco resolvieron nada. Me dieron un correo electrónico para intentar la gestión por esa vía.
A pesar de mis años –y de que las canas ya asoman en mi cabeza– he aprendido a manejar la tecnología. Así que redacté y envié el correo. Lo que recibí fue una respuesta automática: el consulado se tomaría hasta diez días hábiles para responder. Decidí seguir intentando por teléfono cada día. Nunca contestaron.
Finalmente, llegó una respuesta: un enlace para agendar una cita según el trámite. La cita más cercana era para junio. Pero era marzo. A esto se sumó otro obstáculo: mi esposa también debía renovar su cédula de identidad, lo que implicaba múltiples viajes al consulado, ya que no se pueden hacer los dos trámites al mismo tiempo, a más de cinco horas de distancia, con los gastos y desgaste que eso implica para dos adultos mayores.
La frustración se apoderó de mí. El viaje para ver a nuestros nietos se desvanecía. Pero más allá de nuestro caso personal, pensé en los cientos –quizás miles– de costarricenses que enfrentan emergencias o trámites urgentes. ¿Qué hacen ellos? ¿Cómo sobreviven a esta indiferencia?
Comencé a investigar
La Constitución Política de Costa Rica, así como leyes y reglamentos, otorgan al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto la responsabilidad de proteger los intereses de los nacionales en el exterior. En su propia página web, la institución se define como “sólida, eficaz e innovadora”, comprometida con una política exterior que beneficie a la población costarricense, dentro y fuera del país.
Pero esa visión es papel mojado. La realidad es una red consular colapsada, ineficiente y desconectada de las necesidades ciudadanas. Y en ese caos, la Cancillería ha brillado por su ausencia. ¿Dónde está el canciller? ¿Por qué guarda silencio ante el deterioro del servicio consular?
Peor aún: en lugar de fortalecer la red, cerró dos consulados. El impacto ha sido devastador. En Florida, por ejemplo, hace dos décadas operaban dos consulados: uno en Miami, con cinco cónsules y dos secretarias, y otro en Tampa. Hoy, solo queda uno, que hasta hace poco tiempo era atendido por dos personas. Ahora solo queda una: la cónsul, sin ninguna asistencia. Como si fuera poco, ella se tiene que devolver a Costa Rica el 1.° de octubre y viene un reemplazo sin experiencia en Miami.
Según la Cancillería en Costa Rica, en consulta respondida por la señora Jeanette Rodríguez, el problema es falta de presupuesto. ¿Qué pasa entonces con los turistas que quieren viajar a Costa Rica sin poder ir al Consulado? ¿Cómo puede esperarse una atención digna en esas condiciones?
La responsabilidad es clara
El canciller es quien realiza los nombramientos, quien puede asignar más personal, modernizar los servicios, impulsar políticas públicas para la diáspora, y revisar a fondo el funcionamiento administrativo de las sedes consulares. Excusas como la falta de autonomía de los consulados ya no son aceptables.
Estamos en pleno siglo XXI. No puede ser que los servicios sigan siendo arcaicos, que nada se pueda gestionar digitalmente y que la inteligencia artificial no sea una herramienta de uso del gobierno para acabar con la burocracia consular costarricense.
Señor canciller, este es un llamado urgente. Este gobierno aún tiene tiempo para hacer un cambio real en la atención a sus ciudadanos en el exterior. Pero todo depende de usted. De su voluntad política. De su interés en escuchar y servir a quienes, aunque lejos, seguimos siendo costarricenses con plenos derechos.
No queremos privilegios. Solo exigimos lo básico: respeto, eficiencia y presencia del Estado.
rojasg55@gmail.com
Gerardo Rojas Segura es costarricense. Trabaja y vive en Miami desde hace varias décadas, donde se ha desempeñado en distintas instituciones financieras.