La gran crisis económica de 1929 produjo una pobreza inmensa en los Estados Unidos. En Kentucky, un grupo de mujeres iniciaron el trabajo de llevar libros en sus alforjas a caballo a escuelas, vecindarios, comunidades muy pequeñas, ranchos y zonas muy lejanas.
Era una labor muy ardua cargar libros subiendo montañas. Descansaban en escuelas o en las casas de vecinos pobres, debido a la falta de trabajo.
Los libros y las revistas transportados en alforjas por montañas agrestes, veredas y caminos en verano y en invierno permitían la educación de manera muy modesta.
Durante la Gran Depresión, los libros se convirtieron en luz para las almas de los famélicos lectores. Resulta que durante esos años, muchas de aquellas amazonas recorrieron un territorio de 500 kilómetros cuadrados para proveer de libros a bibliotecas rurales o a simples campesinos, perdidos en las montañas, con un salario de $28, tratando de apoyar la alfabetización.
El presidente Franklin D. Roosevelt escogió a Lorena Hickok, periodista que trabajaba en la agencia AP (Prensa Asociada) y le dio esta indicación: “Para que veas y oigas todo lo que pasa y me informes y nunca andes con rodeos”.
Harry Hopkins, mano derecha del presidente Roosevelt, ejecutó el nombramiento como “investigadora confidencial” de la Administración Federal de Ayuda de Emergencia, que él dirigía.
“Quiero que recorras el país y lo observes —le encargó—. No me interesan las estadísticas. Solo tu propia reacción, como una ciudadana más. Esto permitía conocer los graves efectos de las crisis social que vivía Estados Unidos. Un libro, una revista bien orientada mejora la escritura, la comunicación, la imaginación”.
Observando en Centroamérica la gran cantidad de campesinos, agricultores, pescadores y sus hijos sin ninguna oportunidad de instrucción, Manuela Tattenbach y su marido, el austríaco Dr. Rodrigo Thun, comenzaron el proyecto Escuela para Todos en 1966.
El programa radiofónico, con más de 90 emisoras en América Central, difunde preguntas y respuestas que los escuchas hacen durante el programa Oigamos la respuesta.
Este programa fue almacenando las consultas de los campesinos de la región y por eso fue declarado patrimonio de la humanidad. Miles de respuestas respetuosamente escritas han sido difundidas en programas de madrugada o en la noche por las emisoras de radio de Centroamérica.
La sencilla labor de responder preguntas formó un equipo de investigadores, redactores, comunicadores y técnicos con el fin de poner el material radiofónico al alcance de todas las regiones del país y de las otras naciones de Centroamérica.
Escuela para todos se convirtió en un programa líder, respetuoso de las personas, amable e instructivo, y ha editado durante más de 58 años publicaciones del libro conocido internacionalmente como Almanaque Escuela para Todos, que ha logrado en algunos años un tiraje de dos millones de ejemplares.
El almanaque es apreciado por las familias, que lo leen y coleccionan, y puede ser consultado, pues sus lecturas bien escritas y breves contienen muchas amenidades, como adivinanzas, chistes, canciones, la hora de las mareas y los movimiento de la luna, que lo hacen un útil aporte a la agricultura y la educación de nuestra región.
El autor es diplomático.