La noche con su manto oscuro cubrió todo el proceso educativo de Costa Rica y lo colocó en el saco de las ocurrencias. Las ocurrencias son gigantescas y, además, costosas, muy costosas. Las autoridades del Ministerio de Educación Pública (MEP), con todos sus asesores, caminan a tientas con pasos muy inseguros, con bostezos muy grandes y prolongados. El sueño los cobija a todos y, también, los cobija la irresponsabilidad y la apatía. La pasión en el proceso de formación falleció. La plana mayor del MEP no deja de sonreír.
Los fines de la educación están depositados en el sótano del MEP y están resguardados con cadenas. El barco del MEP camina sin timón y las esperanzas de éxito, de cambios significativos, son muy pocas.
Sin lugar a dudas, todo el proceso educativo está sufriendo el ataque del colapso.
La dulzura, la ternura y la inspiración han desaparecido de la primaria y la secundaria. Sí están presentes los adelantos tecnológicos, pero la voz del docente es una voz muerta, carente de entonación, jamás es creadora de sueños, de ilusiones o de algo así. La pasión ya no está. Y a veces lo irracional y lo carente de motivación produce cansancio, pues los mensajes generalmente son tóxicos.
Una significativa mayoría de los jóvenes son adictos a las drogas, no a las lecturas de formación personal o para adquirir más o mejores conocimientos. Nuestros jóvenes no saben aprovechar correctamente el tiempo. No procuran dar el paso adelante porque no son preparados para desarrollar su inteligencia o para formularse metas sanas para su vida futura.
Buena formación. Los proyectos para formar hombres buenos, además de críticos, justos y llenos de fe, para que sean honorables y dignos de toda confianza, han quedado regados en las gavetas de los escritorios del MEP o lo llevan los funcionarios del MEP que caminan para atrás.
Parece que no existe la preocupación por formar hombres y mujeres con rostro, cuyo fruto sería exquisito para una sociedad en total deterioro.
La mejor figura para esta sociedad se encuentra estancada en el lodo putrefacto. Los seres humanos se despedazan a poquitos y caminan por el mundo sin color, deformados, confundidos, agresivos, perturbados, sin rumbo, pisoteando al amor, a la piedad, a la compasión, a la justicia y a la verdad... y la educación sigue por el camino equivocado.
La formación de calidad, de proyección social y de solidaridad humana ha tomado otro rumbo. Un rumbo no para promover mejor formación en sus alumnos.
El sistema educativo o las políticas del MEP se han convertido en una torre de Babel, buscando mayor preparación para aumentar sus salarios únicamente, y los docentes no se percatan de nada. Graduados de cualquier universidad, caminan distraídos, rumbo al fondo oscuro, dejando huellas profundas de oscuridad.
Confusión. Los niños hablan su idioma de necesidades y de urgencias; igualmente lo hacen los jóvenes, padres de familia, confundidos, enredados igual que los docentes. Se miran y envían su mirada al infinito y ofrecen justificaciones desteñidas.
Pareciera ser que la educación, o todo el proceso de formación, radica en enseñar materias para que los niños y los jóvenes respondan a preguntas.
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El MEP, con todos sus funcionarios, debe hacer un alto en el camino, conjuntamente con el Consejo Nacional de Rectores (Conare) y otras organizaciones magisteriales, para evaluar lo que se ha logrado a la fecha e iniciar una labor de reconstrucción; después, proponerse a crear proyectos dirigidos a la verdadera formación sana de nuestra niñez y juventud y que sea esperanza para esas futuras generaciones.
Funcionarios del MEP, conviene que, con la mayor brevedad, lleven a cabo una evaluación de la calidad de la educación que se brinda a los niños y jóvenes y propongan una necesaria reforma educativa. La última se llevó a cabo en 1963.
El autor es profesor.