La eliminación del Programa de Afectividad y Sexualidad Integral en secundaria reabrió debates que parecían cerrados, pero que solo dormían. Estos van desde la confesionalidad del Estado y la complementariedad entre las familias y el sistema educativo, hasta los temores con los cuales muchas personas se acercan a temas como la sexualidad, el placer, la diversidad humana o la violencia de género.
Las crisis globales y el influjo apabullante de información provocan ansias colectivas de regreso a un lugar conocido (no siempre seguro) que pueden llevar a las sociedades a trayectorias de espiral en su modelo de desarrollo. En estos dilemas, la evidencia científica, la institucionalidad democrática y los derechos humanos están llamados a reconstruir diálogos seguros que reduzcan el riesgo de manipulación y de polarizaciones irreconciliables.
Por ello, vale la pena remitirnos al instrumento más relevante que se ha puesto en manos de las autoridades en materia de Educación Integral en Sexualidad (EIS). Las Orientaciones técnicas internacionales sobre educación en sexualidad: un enfoque basado en la evidencia son un esfuerzo interagencial de Naciones Unidas que constantemente es evaluado y actualizado para guiar el diseño y la implementación de políticas públicas en esta temática.
¿Qué son y qué no estas Orientaciones Técnicas?
Están dirigidas a autoridades educativas y de salud para que desarrollen programas de EIS adecuados a su contexto. No son un currículo, sino que contienen las investigaciones más recientes y las mejores prácticas seleccionadas con participación de profesionales de todo el mundo, para que cada sistema educativo desarrolle su propio programa de EIS. Deben ser:
- Científicamente precisas: basadas en evidencia sobre la salud sexual y reproductiva, la sexualidad y los comportamientos.
- Adecuadas a cada edad y gradual según la etapa del desarrollo: un proceso educativo continuo que responde a necesidades y capacidades de la niñez a la juventud.
- Basadas en un currículo: trasciende simples menciones a la sexualidad, pues implica un currículo escrito y evaluable que oriente al personal docente.
- Integrales: conectan con otros programas y momentos a lo largo del proceso educativo para propiciar aptitudes analíticas sobre sexualidad, vida familiar, relaciones interpersonales saludables, valores, normas culturales y sociales, igualdad de género, la no discriminación, comportamientos sexuales; sentimientos humanos incluido el placer, consenso e integridad corporal; abuso sexual y prácticas nocivas como las relaciones impropias; violencia de género, fisiología y anatomía sexual y reproductiva, pubertad, menstruación, reproducción, métodos anticonceptivos, e infecciones de transmisión sexual (ITS) incluido el VIH; embarazo, parto y otros.
- Basadas en el enfoque de derechos humanos: promueven la comprensión de los derechos humanos universales de niñas, niños y adolescentes: salud, educación, información y no discriminación.
- Promotoras de la igualdad de género: analizan cómo las normas de género influyen en la desigualdad, y cómo afectan la salud y el bienestar de la niñez y la adolescencia.
- Relevantes con la cultura y adecuadas al contexto: llevan a examinar y cuestionar las conductas, estructuras y normas que afectan las relaciones y decisiones de las personas.
- Transformativas: desde el pensamiento crítico forman una ciudadanía.
- Origen de aptitudes para apoyar elecciones saludables: incluyen la capacidad de reflexionar, comunicar, negociar y tomar decisiones eficaces y asertivas en las relaciones con familiares, amistades y parejas.
¿Qué dice la evidencia sobre la EIS?
La EIS no aumenta la actividad sexual, los comportamientos sexuales riesgosos ni las tasas de ITS (Fonner et al., 2014; Shepherd et al., 2010). Por el contrario, los programas basados exclusivamente en la abstinencia no son eficaces en demorar la iniciación sexual, la frecuencia de relaciones ni el número de parejas sexuales. (Kirby, 2007; Underhill et al., 2007;; Fonner et al., 2014).
Los programas con enfoque de género son significativamente más eficaces que los programas “ciegos” con respecto del género para lograr resultados de salud y convivencia pacífica (Haberland y Rogow, 2015, Constantine et al., 2015; Rohrbach et al., 2015).
La EIS tiene mayor impacto cuando los programas se complementan con la disposición de métodos anticonceptivos, la capacitación de servicios de salud para las personas adolescentes, y el involucramiento de familias y docentes (Chandra- Mouli et al., 2015; Fonner et al., 2014;).
Por todo lo anterior, desde el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), hemos manifestado a las autoridades nacionales nuestra disposición de acompañar, desde la evidencia científica, el diálogo entre todas las partes interesadas en la EIS, y así mitigar el riesgo de dejar un espacio curricular vacío en las vidas de las personas jóvenes, que sea llenado por la omnipresencia de redes virtuales, las cuales saben poco del interés superior de las personas menores de edad, pero mucho están logrando en la reproducción de sesgos y violencias.
Juan Luis Bermúdez Madriz es jefe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Costa Rica.
