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Educación es sinónimo de esfuerzo

Se dice que una persona educada es el fruto de un esforzado trabajo, no alcanzará altura quien ahorre esfuerzos

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Dos etimologías latinas nos ponen frente al concepto de educar. Educare, acompañar, conducir; y educere, extraer, sacar fuera. Formar personas para que sean libres, independientes y con criterio.

El acompañamiento empieza en la casa para intentar sacar lo mejor que llevan dentro. Lo mejor de ellas. “Educar es promover el desarrollo integral de una persona, trabajando cada una de sus dimensiones física, psicológica, social, cultural y espiritual”.

El psiquiatra Enrique Rojas Montes afirma que educar es seducir con los valores que no pasan de moda, que tienen siempre vigencia. Es seducir por encantamiento y ejemplaridad. Cautivar con argumentos positivos. Entusiasmar con los valores. Comunicar conocimientos y promover actitudes.

Por otro lado, informar no es lo mismo que formar. La información es esencial, pero no es suficiente. Formar es ayudar a alguien a que tenga ideas claras sobre los grandes temas de la vida. Ayudarle a pensar por sí mismo y saber a qué atenerse.

Saber elegir los caminos es fundamental. No hay soluciones fáciles para situaciones difíciles y complejas. Los caminos arduos son más largos, pero llegan a puerto.

El filósofo Alejandro Llano afirma que el crecimiento de los alumnos tiene que ver más con los hábitos que con las actividades. Hacer cosas no conduce necesariamente a un crecimiento interior, a la madurez.

La formación en hábitos es relevante. El hábito potencia las propias facultades porque fortalece la voluntad. La maduración del conocimiento pasa primero por la maduración de la persona, por los avances que haga consigo misma.

La educación debe apostar por la excelencia no tanto del hacer sino del ser. Ser más responsable, ser más justo, por ejemplo. Los buenos hábitos conducen a las virtudes, a los valores que nos proporcionan fuerzas para ir tejiendo poco a poco una vida ojalá exitosa.

Educación es sinónimo de esfuerzo. La exigencia significa respeto. Se dice que una persona educada es el fruto de un esforzado trabajo. De un trabajo bien hecho. No alcanzará la altura quien ahorre esfuerzos. ¡Qué necesario es estimular el esfuerzo!

Según Llano, el acierto en la educación llega de la mano de soluciones abiertas. Las fórmulas cerradas conducen muchas veces al error. La educación no debe estar al servicio de intereses ideológicos.

Este tipo de educación puede tender a transferir esquemas cerrados de un programa político y social. Su finalidad no es el conocimiento, la forja del carácter o la mejora de la convivencia, comenta.

Este enfoque persigue muchas veces el poder. Formación y manipulación son incompatibles. Las convicciones son hijas de la libertad, por eso hay quienes navegan en la vida contra viento y marea. “Una es la dirección en la que sopla el viento, y otra la que sigue el barco”. ¡Cuántos lobos de mar necesitamos para encarar tantas desafortunadas tormentas y naufragios!

La educación es la primera responsabilidad de los ciudadanos. Debemos tomarla en serio. En ella nos jugamos la continuidad de nuestra sociedad. La entrega de la cultura a la generación siguiente.

Se dice que educar es enseñar a pensar y cultura es enseñar a vivir. Padres de familia, profesores, alumnos e investigadores debemos trabajar juntos, y recordar que somos referentes, pues el mejor predicador es el ejemplo.

El Estado no solo debe facilitar presupuesto, recurso humano, material y tecnología; debe tener un serio compromiso hacia un enfoque humanista. Hacia los planteamientos de fondo.

Finalmente, la sociedad se está dando cuenta de la importancia de volver a las humanidades, a la ética de los clásicos, a la formación integral. La corrupción es un claro ejemplo de ello.

En la educación no hay clientes o productos, sino personas. Educar es una ciencia, pero también es un arte. Una educación mal pensada o planteada abocará a todo un país hacia la mediocridad y la dependencia. Quienes ocupan cargos o puestos clave en los procesos de decisión deben mirar al mayor bien al que están sirviendo: el común.

Enero lleva el nombre del dios romano Janus, quien tenía dos caras para ver el futuro y el pasado al mismo tiempo. El dios de las puertas, de los comienzos y los buenos finales. No somos dioses, pero sí mortales. Reflexionemos sobre el pasado y miremos hacia el futuro con esperanza y con la certeza de que sin educación no habrá futuro, porque ella abre todas las puertas.

hf@eecr.net

La autora es administradora de negocios.

Padres de familia, profesores, alumnos e investigadores debemos trabajar juntos, y recordar que somos referentes, pues el mejor predicador es el ejemplo. Foto con fines ilustrativos

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