El 1 de diciembre de 1948 en el Cuartel Militar Bella Vista, hoy Museo Nacional, el señor José Figueres, por entonces presidente de la Junta de Gobierno, con un mazo derribó uno de los muros de dicho cuartel para decretar la abolición del Ejército en Costa Rica. Desde esos años, los cuarteles militares se convirtieron en centros educativos. Donde hoy está el Liceo Napoleón Quesada de Guadalupe, antes era el recinto de la Policía Militar; donde estuvo por muchos años el CIPET de Alajuela, fue el cuartel militar de dicha provincia.
Para que ningún político, llámese presidente de la República, ministro de Estado o diputado de la Asamblea Legislativa, tenga la “ocurrencia” de restablecer el ejército en nuestro país, los diputados de la Asamblea Constituyente redactaron un artículo, el cual incorporaron a la actual Constitución Política (promulgada el 7 de noviembre de 1949) que en su artículo 12 literalmente dice:
“Se proscribe el ejército como institución permanente, para la vigilancia y conservación del orden público habrá fuerzas de policía necesarias. Solo por convenio continental o para la defensa nacional podrán organizarse fuerzas militares, unas y otras estarán siempre subordinados al poder civil. No podrán deliberar ni hacer manifestaciones o declaraciones en forma individual o colectiva”.
Beneficios. La abolición del Ejército nacional solo beneficios trajo a los habitantes de Costa Rica; muestra de ello son los siguientes hechos:
k Se cuenta con amplia cobertura en salud, especialmente en salud preventiva, curativa y atención prioritaria para la niñez, mujeres y adultos mayores.
k Alto nivel de escolaridad (solo superado por Cuba).
k La esperanza de vida es superior a los 75 años.
k Ocupamos el tercer lugar en América Latina en la adquisición de computadoras por habitante.
k Somos el país con mayor estabilidad política de America Latina.
k Cobertura nacional en telecomunicación, agua potable, electricidad y seguridad social
Estas conquistas de claro “matiz social”, obviamente con sus imperfecciones, se las debemos en gran medida a los efectos de la ausencia del Ejército en Costa Rica, ya que esa ausencia evita que el país destine el grueso de su presupuesto a la compra de vituallas militares, tanques, aviones y buques de guerra, manutención de una poderosa burocracia de fuerza (militares), tal como ocurre en la mayoría, por no decir en la totalidad, de los países latinoamericanos. Muchos de esos militares, en tiempos pretéritos, tumbaron presidentes mediante golpes de Estado. Contrariamente a ello, los costarricenses, en un ambiente festivo que caracteriza las elecciones nacionales, cada cuatro años elegimos nuevas autoridades del poder Ejecutivo y Legislativo.
Para recordar la proscripción del Ejército en Costa Rica, el presidente Óscar Arias Sánchez durante su primer mandato (1986-1990) junto al finado ministro de Seguridad Pública don Hernán Garrón Salazar, firmaron un decreto para recordar el 1 de diciembre como el Día de la Abolición del Ejército en Costa Rica; dicha disposición hoy está presente en el calendario escolar del MEP.