La defensa de los derechos humanos ha producido que entre en el debate el aborto. En caso de violación o malformaciones que pongan en peligro la vida de la mujer, muchos políticos lo respaldan. La ciencia ha tratado de aportar criterios en busca de conocer cuándo adquiere conciencia el bebé en gestación o el momento exacto en que empieza la vida. Grupos religiosos se oponen contundentemente.
Existe también un fuerte movimiento feminista, que considera que una mujer tiene el derecho de elegir qué hacer con su propio cuerpo.
Legalidad. Considerando estas posiciones, he llegado a la conclusión de que el Estado debe proporcionarles a sus ciudadanos la posibilidad legal de ejercer el aborto, simplemente porque la prohibición no va a detenerlo, solo conseguirá crear un mercado negro y poner en riesgo la vida de las mujeres que busquen otra alternativa.
El aborto, entonces, y este es mi aporte, debe ser legal, pero debe permitirse con el consentimiento tanto de la madre como del padre. Caeríamos en discriminación de género si únicamente la mujer tuviera la opción de decidir sobre la vida en gestación que, como todos sabemos, fue originada por ambos.
Esto significaría que si ambos padres acuerdan abortar, podrían hacerlo. Pero si no hay acuerdo, y se produce el aborto, tipificarlo como delito. Podrían existir, por supuesto, excepciones, como cuando la mujer es menor de edad, por ejemplo.
Aunque sé que mi propuesta no será del agrado de ciertos grupos, deben entender que la obligación que se genera con el padre de la criatura en gestación es legítima. Se origina en el momento en que voluntariamente la mujer decidió tener relaciones sexuales con el hombre, y que a partir de estas relaciones se generó vida.
La intención de mi propuesta es que las mujeres junto con los hombres de nuestro tiempo tengan la posibilidad de acudir a un médico de forma segura a efectuarse un aborto cuando así ambos lo deseen. Los hijos no son solamente de las mujeres.
El autor es estudiante.