Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, comenzaron a circular rumores sobre la posibilidad de un acuerdo internacional, similar al Acuerdo de Plaza, firmado en los años 80 con el objetivo de debilitar el dólar y rebalancear el comercio mundial.
El acuerdo seguiría los lineamientos de un documento publicado en noviembre del año pasado por Stephen Miran (actual presidente del Consejo de Asesores Económicos) denominado “Una guía para la reorganización del sistema de comercio”.
En este, se resalta el efecto “nocivo” que produce en la economía estadounidense el uso del dólar como moneda de reserva mundial, ya que su excesiva demanda hace que se mantenga por encima de un nivel que permitiría equilibrar la cuenta comercial de Estados Unidos (EE. UU.). Se argumenta que una de las principales consecuencias de esta “sobrevaloración” ha sido la pérdida de competitividad y empleos de la industria manufacturera en diversas regiones de los EE. UU.
Con el fin de revertir dicha distorsión, se explora el uso de los aranceles como una herramienta para “nivelar la cancha”. El autor reconoce sus limitaciones, ya que el tipo de cambio entre países tiende a ajustarse para compensar el efecto del arancel. Pero los considera una parte fundamental para la creación de un sistema por medio del cual los países compensen a EE. UU. por servicios que hoy reciben gratuitamente (por ejemplo, la seguridad o la moneda de reserva), y que, de paso, contribuya a financiar el déficit y “reorganizar” su deuda.
El autor plantea agrupar a los países en función al uso/dependencia de los servicios provistos por EE. UU., y a que contribuyan de manera correspondiente. Los aranceles, al igual que otras medidas, serían el mecanismo para incentivar su contribución.
En vista de que las políticas recientemente implementadas por EE. UU. se acercan bastante a las ideas planteadas por Miran, y a que, de hecho, EE. UU. atraviesa una crisis fiscal de consideración debido al alto nivel de su deuda estatal, no sería extraño que en las próximas semanas se avance hacia la reorganización de la deuda.
La caída precipitada de las principales bolsas del mundo en las últimas semanas es un reflejo de la seriedad de la situación y su fragilidad, por lo que la incertidumbre generada probablemente se mantenga hasta que se anuncien todas las medidas necesarias.
El éxito del Acuerdo de Plaza firmado en los 80 radicó, en buena medida, en la colaboración de todos los países afectados; en esta ocasión, el desafío parece aún mayor debido a la crisis de endeudamiento que atraviesa el gobierno norteamericano y los desequilibrios existentes en la economía china.
Marco Pacheco es economista.
