Nos han indicado, desde niños, que el organismo humano necesita, aproximadamente, dos litros de agua al día para ingesta o consumo; en este aspecto, muchos estimables lectores se han preguntado: ¿Por qué dos litros de agua? ¿En qué condiciones se necesita una mayor ingesta de agua? ¿Cómo se debe consumir esta cantidad de agua?
La respuesta depende de varios aspectos; el primero es el clima del lugar donde vivimos; el segundo, el ejercicio o tipo de trabajo que realizamos, y el tercero depende de nuestra dieta e incluso edad.
Antes de contestar las interrogantes citadas, es necesario comprender que el cuerpo humano pierde mediante el sudor, la orina, las heces y la respiración unos 2,5 litros diarios de agua. El organismo necesita reponer esta pérdida, de la cual los alimentos pueden aportar una tercera parte.
La otra pregunta que nos hacemos es si estos litros deben ser de agua dulce o de la cañería, pozo o manantial; en realidad, el paradigma del consumo de 8 vasos de agua al día (2 litros) es relativo porque los refrescos, el café y otros líquidos forman parte de dicha cantidad, pero, sobre todo, algunas frutas y hortalizas son un aporte complementario de este vital líquido, algunas con un contenido de agua superior al 90%, entre ellas: la sandía (92%), el melón (92%), el limón dulce (91%), las fresas (91%), el tomate (93,6%) y la lechuga (94%); otras como el banano, la naranja y la manzana tienen 76%, 87% y 89%, respectivamente.
Cualquier otro tipo de alimento que no sea de los citados, es un alimento concentrado; es decir, el contenido de agua ha sido retirado ya sea mediante la cocción u otro procedimiento; la lógica nos indica que deben prevalecer las frutas y las hortalizas en nuestra dieta por cuanto el líquido de estos alimentos es “agua viva” ya que está asociado con la turgencia, jugosidad y el proceso de maduración.
Las pérdidas de agua en nuestro organismo pueden incrementarse notablemente por ciertas condiciones, en consecuencia requerimos más , entre estas podemos citar: la presencia de fiebre, una mayor temperatura ambiental alta, el ejercicio, un alto consumo de proteínas y minerales; el consumo de ciertos fármacos, patologías, factores gastrointestinales y quemaduras.
Consecuentemente, Dios y la madre naturaleza nos han aportado en los climas cálidos, como el de nuestro país, una gran variedad de frutas y vegetales para compensar las pérdidas diarias de agua.
Lamentablemente, muchas veces no las apreciamos y las vemos con total indiferencia; y olvidamos que, además de ser una fuente de agua, lo son de vitaminas, fructuosa, enzimas y otros elementos esenciales para la vida humana y animal.