Vivimos en un país tan pequeño que el aterrizaje de una aeronave se convirtió en un escándalo que llegó hasta la prensa internacional.
Aproximaciones bajas como la que ejecutó el avión Airbus de Iberia hace poco son pan de cada día en aeropuertos como el de Helgoland en Alemania, Corfú en Grecia o Princesa Juliana en San Martín. Incluso, los medios de comunicación ignoran que en nuestro humilde aeródromo de Tambor las naves están obligadas a realizar una aproximación realmente cercana a la playa.
Esta situación pone sobre el tapete varios temas importantes de analizar. Lo primero es responder por qué el avión aterrizó ligeramente más bajo de lo que se acostumbra.
Pistas del Santamaría. Normalmente, en el aeropuerto Juan Santamaría se aterriza de oeste a este (pista 07), donde se cuenta con unos 3.000 metros de vía disponible. Sin embargo, en esta época del año, los vientos favorecen las operaciones por la pista contraria (la 25). Al aterrizar por esta senda –como en este caso lo efectuó el avión de Iberia– solo se tienen unos 2.500 metros disponibles, ya que al inicio de la vía existe un área que se conoce como umbral desplazado, donde es prohibido tomar tierra.
Para aterrizar por la 25, primero se debe volar al sur del Santamaría, después a la ferretería EPA de Cariari, desde este punto los pilotos viran a la izquierda y se alinean con la pista (es un misterio como una tripulación extranjera reconoce dicho comercio desde el aire).
Durante esta aproximación, las operaciones en el Tobías Bolaños deben ser brevemente suspendidas con el fin de mantener una distancia segura entre aeronaves en el aire. Para empeorar el escenario, un guindo de unos 20 metros, al final de la vía, espera a todo aquel que aterriza por la 25.
En el 2007, una aeronave de Iberia sufrió un percance en el viejo aeropuerto de Quito. Se trató, precisamente, de un A340 que al aterrizar sobrepasó la pista.
Estas, y las consideraciones mencionadas sobre la pista 25 del Santamaría, las tienen en cuenta las experimentadas tripulaciones de Iberia, por lo que intentan aprovechar al máximo esos 2.500 metros disponibles, en especial por tratarse de un avión tan grande y pesado.
Cambios urgentes. La noticia de este aterrizaje ha dejado en evidencia lo peligrosa que es la calle al este de la pista. En esta carretera, pese a la clara rotulación, muchas personas se estacionan con sus autos; familias enteras pasan la tarde mirando aviones. ¿Qué pasaría si una aeronave no lograra frenar y sobrepasara la pista como ya ha ocurrido? La catástrofe sería indiscutible. Por esta razón, expertos les han señalado a las autoridades que esta carretera debería ser subterránea. Lastimosamente, los encargados nos han demostrado su ceguera y falta de visión a largo plazo.
Por otra parte, este aterrizaje ha vuelto a sonar la alarma por la precaria infraestructura aeroportuaria con la que cuenta Costa Rica. A raíz de lo sucedido, Iberia les ha pedido a sus pilotos, hasta nuevo aviso, que no vuelvan a utilizar la pista 25 para aterrizar. ¡Qué vergüenza! La primera puerta de entrada al país es incapaz de proporcionarle un aterrizaje seguro y expedito a aeronaves grandes.
Más triste aún es que, con estas limitaciones, pretendemos que compañías aéreas con naves similares nos visiten desde Europa y Asia.
Al no estar autorizados a aterrizar por la 25, si el viento no favorece la aproximación por la vía contraría (pista 07), el Airbus debe quedarse sobrevolando en circuitos en el área de Puntarenas hasta que las condiciones mejoren. De no ser así y después de haber quemado valioso combustible, la tripulación deberá volar a otro aeropuerto.
Nuevo aeropuerto. Finalmente, se vuelve a resaltar la urgencia del nuevo aeropuerto de Orotina. A la fecha, Aviación Civil no tiene claro dónde se ubicará, se carece de planos y todavía hay políticos que afirman que en escasos 10 años esta obra será inaugurada, junto con un tren hacía San José y una ruta 27 con cuatro carriles.
Por ahora, al aeropuerto Santamaría se le pueden realizar mejoras con el fin de garantizar aterrizajes más seguros. Por ejemplo, al final de cada pista, se debería construir un área que se conoce como zona de parada. Esto consiste en un breve alargamiento de la vía que se fabrica con ciertos materiales para que, en caso de que un avión no logre frenar, quede detenido sin mayores complicaciones.
La seguridad no tiene precio ni discusión, mucho menos en aeronáutica.
Franco Mainieri Murillo es piloto.