La mayoría de los gobernadores del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) dieron el 12 de mayo a la comunidad regional la buena noticia de su decisión de no renovar el nombramiento a su presidente, Dante Mossi.
Un individuo que tiene como logros, en su gestión gerencial, entregar el Banco en una posición más desventajosa de como lo recibió, incrementar el gasto corriente y despreocuparse de los principales indicadores de la institución.
La decisión de los gobernadores no estuvo exenta de conflictos. En una movida que Mossi calculó mal, supuso que con el apoyo decidido de Honduras, El Salvador y Nicaragua obtendría el porcentaje requerido para quedar reelegido automáticamente. Sin embargo, la mayoría de los gobernadores —informados por sus directores— entendieron que era inviable para el BCIE continuar la ruta planteada por Mossi, además de dar la espalda a su propuesta de capitalización.
El eje de la alianza tripartita de Honduras, El Salvador y Nicaragua que apoyaba a Mossi fue quebrado aun con la enérgica protesta de la gobernadora por Honduras, Rixi Moncada, que Mossi describió como la defensa de una leona (a su cachorro, me permito completar).
Una interesante interrogante surge al analizar el cambio de posición de la gobernadora Moncada, quien en mayo del 2022 tenía enfrentamientos públicos y directos contra Mossi, por discrepancias de índole energética en Honduras. Resulta increíble el cambio de la presidenta Xiomara Castro y Manuel Zelaya en su relación con el papel de Dante Mossi en la dirección del BCIE.
Según me indican, las semanas siguientes a esta decisión han sido muy complicadas. Para evitar que Mossi continuara dañando la reputación del BCIE, argumentando elementos autoritarios de los gobernadores y los países que representan, el Directorio tuvo que restringirle algunas de sus funciones.
Actualmente, Honduras sigue apoyando decididamente a Mossi, mientras que El Salvador y Nicaragua tomaron una posición más realista, y entendieron que el tiempo de Mossi terminó y que deben estructurar otra estrategia para colocar a una nueva figura que apoye, decididamente, sus intereses en el BCIE.
La recepción de postulantes comenzó a principios de setiembre con más de 240 ofertas, entre estas, de unos 200 ciudadanos de los países fundadores del BCIE.
La empresa contratada para la evaluación y calificación fue Heidrick & Struggles, la cual acaba de entregar los nombres de los seis postulantes que pasarán a la siguiente fase de entrevistas.
Una lastimosa duda se comprueba al quedar preseleccionados tres de los seis candidatos oficiales de los gobiernos. Jaime Roberto Díaz Palacios, actual vicepresidente y aspirante por Guatemala; Hugo Rolando Noé Pino, por Honduras; y Ana Guissella Sánchez Maroto, por Costa Rica.
Zelaya, exministro de Hacienda de El Salvador, fue descalificado por no cumplir con algún requisito básico, pero ese país tiene dos nuevos postulantes: Celina María Padilla de O’Byrne y Enrique Alberto Cañas Jiménez. Por Costa Rica, también está Bernardo José Alfaro Araya, gerente general del Banco Nacional.
La duda sobre estas calificaciones será transparentada si se presenta la nómina completa de los participantes con su respectiva ficha de calificación.
Para un banco como el BCIE, resulta de primer orden tener a la mejor persona posible gerenciando su futuro. Si el peso de la designación política es absoluto, lo mejor es que nos sinceremos y no malgastemos los recursos en contratar una onerosa firma internacional, y que cada país fundador envíe dos o tres nombres al Directorio y que los gobernadores, en sus negociaciones, nombren al presidente. Así no se engaña a la población centroamericana.
En este escenario, podría suponerse que El Salvador, Nicaragua y Honduras mantendrán su alianza buscando una nueva figura, ¿sería Celina Padilla?
La candidatura de Jaime Díaz, por Guatemala, debería contar con el apoyo de Taiwán, lo que le daría un poco más del 20 % de los votos.
Quedaría la candidata oficial de Costa Rica, Ana Guissella Sánchez, que no cuenta con mucho apoyo del Directorio y ahora sufre a causa de las pugnas del gobierno costarricense con el hondureño. Pero, haciendo un buen trabajo, le es posible contar con los votos de Panamá y la República Dominicana, además de otros socios extrarregionales.
Veo difícil un éxito de la candidatura de Costa Rica sin un acuerdo con Guatemala, y debería tener el plan B de la postulación de Bernardo Alfaro, quien podría conseguir un apoyo más extendido dentro del Directorio.
Independientemente de la elección, quien asuma el cargo de presidente del BCIE tendrá que enfrentar no solo la endeble situación financiera del Banco, sino también realizar una profunda evaluación de las gestiones llevadas a cabo durante estos años por Mossi: los recursos no reembolsables, los contratos de compra de sedes, la colocación de bonos, las consultorías contratadas, el incremento del personal, el manejo de los préstamos en los países y las decenas de otras acciones tomadas por la presidencia, que podría traer consecuencias legales para el BCIE, el Directorio y su futuro presidente.
El autor fue director en el BCIE y embajador de Costa Rica en Nicaragua.