El año 2023 surge como un triste testimonio del constante cambio climático al que se enfrenta nuestro planeta hasta ahora. En una era en la cual las discusiones sobre el calentamiento global están a la orden del día, los recientes hallazgos demuestran que la situación es más alarmante de lo que se pensaba.
Los registros de junio y julio destacan un aumento en las temperaturas medias mundiales y superan las cifras récord anteriores por 0,2 °C y 0,3 °C, respectivamente. Esta alza no es una simple coincidencia. De seguir esta tendencia, es altamente probable que el 2023 se corone como el año más cálido jamás registrado en la historia moderna, reconocen algunos científicos.
Desde 1970, la tierra experimenta un calentamiento de alrededor de 1 ºC. Si retrocedemos aún más en el tiempo, a mediados del siglo XIX, el aumento total se sitúa entre 1,1 ºC y 1,3 ºC. Estas cifras podrían parecer mínimas a simple vista, pero en términos del equilibrio del clima global los aumentos de temperatura tienen ramificaciones catastróficas.
Un factor agravante es el fuerte fenómeno de El Niño que está desarrollándose. Según la mayoría de los modelos de previsión de El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), el fenómeno prevalecerá hasta principios o mediados del 2024.
El Niño, caracterizado por el calentamiento anormal del océano Pacífico, puede tener efectos devastadores en el clima global. Junto con El Niño, las temperaturas de la superficie del mar alcanzan niveles sin precedentes en todos los océanos desde mediados de marzo, lo que refuerza la idea de un sistema climático en crisis.
La crisis climática no es solo un problema teórico o un número en un gráfico; tiene consecuencias tangibles y a menudo desastrosas. Las olas de calor más intensas, los incendios forestales rampantes y las lluvias torrenciales golpean regiones en la totalidad del planeta en el 2023. Eventos climáticos extremos que se consideraban raros en el pasado se están convirtiendo en “la nueva normalidad”.
Adicionalmente, una observación preocupante es que las temperaturas globales en la actualidad se alinean con las previstas por los modelos climáticos. Esto sugiere que la comunidad científica ha estado en lo correcto con sus advertencias y que las intervenciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarnos a los cambios están tardando en llegar.
Por otro lado, el hielo marino, un indicador crítico del cambio climático, también muestra signos alarmantes. Mientras el hielo marino del Ártico continúa en el extremo inferior del rango histórico, la Antártida registró mínimos históricos en febrero. El hielo antártico se encuentra notablemente por debajo del promedio para esta época del año.
En el 2018, se puso de relieve la escala sin precedentes del desafío que suponía limitar el calentamiento a 1,5 °C. Cinco años después, el desafío es aún mayor, debido al alza constante de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En 1995, cuando se iniciaron las COP sobre cambio climático, las emisiones rodaban los 360,67 partes por millón (ppm) mientras que en el 2022 fueron 417,57 ppm, lo que refuerza el argumento de que el ritmo y la escala de las medidas aplicadas hasta el momento globalmente y los planes actuales son insuficientes para hacer frente al cambio climático.
No obstante, a pesar de estas advertencias, vemos un mundo caminar lentamente en las transformaciones que deben darse en los sectores alimentario y energético, en el transporte, el uso de la tierra y la promoción de la salud de los ecosistemas.
Lo anterior implica reconocer que debemos enrumbarnos hacia un desarrollo resiliente al clima, donde se deben integrar las medidas de adaptación al cambio climático con acciones orientadas a reducir o evitar las emisiones de gases de efectos invernadero, de tal manera que aporten mayores beneficios.
Los hallazgos del 2023 confirman que el cambio climático es una realidad inminente y destacan la necesidad urgente de acciones colectivas. La humanidad se encuentra en una encrucijada, y las decisiones que tomemos ahora determinarán el futuro de la tierra, el único hogar que conocemos. Por ejemplo, en el caso de Costa Rica, urge la puesta en funcionamiento del transporte colectivo, como sería un tren de pasajeros moderno y bajo en emisiones.
El autor es investigador del Catie y fue presidente del Consejo Científico de Cambio Climático de Costa Rica.