El populismo, en su esencia política, implica propuestas de igualdad social con planteamientos demagógicos y emocionales, sobre los racionales.
La gran alianza social del populismo de Hugo Chávez, en Venezuela, tuvo como objetivo alcanzar el poder político mediante la venta de un discurso de redistribución, mayor participación del Estado, movilidad social, mayores derechos civiles y garantías constitucionales, enfrentamiento al Estado oligárquico, nacionalismo económico, sustitución de las importaciones y un control fuerte del mercado para acabar con los abusos de las multinacionales.
Chávez, con su discurso, llegó al poder en 1999 en elecciones libres, ante una sociedad asqueada de tanta corrupción y desigualdad social. Fue elegido en tres ocasiones, pero murió a los 58 años, cuando iba asumir su cuarto periodo.
El bum de los commodities y el mejoramiento de los términos de intercambio generaron significativos recursos para las arcas del Estado bolivariano, lo cual le permitió a Chávez grandes avances en infraestructura y programas de vivienda, salud y educación.
El grave error de Chávez, y luego de Maduro, fue que en lugar de estimular el tejido empresarial, nacionalizó todas las industrias claves y estableció fuertes controles en los precios del mercado de medicinas, alimentos y servicios y productos de la canasta básica.
A la vez, estableció medidas para controlar los medios de comunicación y tener las herramientas para perpetuarse en el gobierno.
Con un sector empresarial debilitado, el irrespeto a la propiedad privada y la fusión de los tres poderes del Estado en un partido y en una persona, la inversión privada se paralizó y el desempleo en el sector privado aumentó en forma creciente.
Para los bolivarianos, todos los individuos debían estar de acuerdo en renunciar a sus derechos y libertades constitucionales. En la Venezuela de hoy, nadie puede criticar, discernir y hablar con libertad.
Las finanzas. El problema financiero del modelo bolivariano fue que todas sus proyecciones económicas estuvieron basadas en el precio del petróleo, a cien dólares el barril. Nunca se previó una caída tan fuerte en los precios y, en lugar de crear un fondo de ahorro en las épocas de bonanza, se estimuló irresponsablemente el crecimiento del gasto público en busca del “bien común” y se dejó de disciplinar el gasto para lograr los equilibrios fiscales.
Un gasto público expansivo, endeudamiento, aumentos salariales a los sindicatos, expropiaciones, pensiones desorbitantes y la creación de un Estado benefactor, multiplicó exponencialmente los déficits fiscales, que fueron la principal causa de una inflación que superará el 700% anual este año, causando un grave problema social y una desigualdad social cada vez mayor, en una sociedad resquebrajada.
Después de las elecciones. Tras la derrota electoral de Maduro, un Tribunal Supremo de Justicia al servicio del Estado bolivariano invalida las leyes emanadas por una Asamblea Nacional, con el apoyo de una Sala Constitucional que viola la propia Constitución que el chavismo aprobó.
Venezuela vive hoy una profunda crisis humanitaria, social y política. En la Asamblea Nacional, un proyecto de ley de amnistía va a significar un enfrentamiento entre una oposición mayoritaria que exige la renuncia de Maduro y un mandatario que desconoce la voluntad popular.
El presidente Maduro tratará de mantenerse en el poder a todo costo; sus discursos en contra de los yanquis, las multinacionales, las conquistas del pueblo, los ricos codiciosos y otros actores serán para retener el poder.
Socialismo del siglo XXI. El famoso modelo del socialismo del siglo XXI ha sido un total fracaso. El pueblo venezolano exige una solución pacífica, democrática y constitucional en su país.
No obstante, Maduro insiste en mantenerse en el poder, por eso las auténticas democracias no pueden callar ante este escenario de irrespeto a la voluntad popular.
Las largas colas por alimentos, medicinas y servicios básicos es un drama que viven todos los días millones de venezolanos. Es impresionante ver cómo uno de los países más ricos del mundo se hunde en la desesperanza, la violencia, la angustia, el pánico y la impunidad.
La descomposición social y la crisis humanitaria es cada vez más grave. ¿Qué caminos le quedan a la población venezolana? ¿A quién apoya el Ejército? ¿Por qué la comunidad internacional no actúa? ¿Qué papel juegan la Unasur y la Celac? ¿Qué resultados ha tenido la famosa década de la izquierda en América Latina?
Izquierda latinoamericana. Está claro que el populismo de izquierda que tomó el poder en muchos países latinoamericanos está en crisis. Crisis que se ha generado al desmantelar el sector productivo, generar mayor desempleo y crear una estructura de poder donde se limita la libertad de prensa y se han restringido todos los derechos políticos y civiles.
Los socialistas democráticos lo que crearon fue un régimen de partido-Estado y una frondosa burocracia. El error de muchos de estos nuevos gobiernos socialistas fue no haber respetado al sector productivo, el atacar la libertad económica y las virtudes del mercado.
Estos nuevos dirigentes socialistas son estatistas y clientelistas, que irrespetaron el marco jurídico y han tratado de silenciar a los medios de comunicación. Contrario a las naciones europeas, los países socialistas latinoamericanos, con sus reformas estructurales, en lugar de corregir las asimetrías para reducir la brecha social, lo que han logrado es un mayor desempleo y pobreza.
La retórica contra Estados Unidos lo único que ha logrado es ahuyentar la inversión extranjera y la generación de nuevos empleos. El famoso socialismo del siglo XXI está llegando a su fin, ante la caída de los precios de los commodities que financiaban la expansión del gasto público.
Las elecciones en Bolivia, Ecuador, Argentina y los problemas de corrupción que afectan a Lula y a Dilma Rousseff exigen un cambio de discurso y estrategia para el futuro de estos países.
Se acabaron las peroratas populistas y las consignas melancólicas. Los pueblos no quieren hablar de clichés desgastados contra los imperialistas. Tampoco están interesados en seguir invocando solo a sus antepasados, ahora lo importante es el futuro.
Latinoamérica tiene que despertar y mirar hacia delante con mayor productividad y trabajo, sin más gigantismo del Estado, atraer inversiones y crear más empleo de calidad.
Los problemas fiscales no se resuelven solo con más impuestos. Tenemos que volver a creer en nuestras capacidades individuales y en los valores de una sociedad más solidaria, libre y respetuosa de los derechos humanos.
Solo con una democracia fuerte, respetuosa de la libertad y un gobierno eficiente y ético lograremos volver a tener esperanza y fe en nuestro futuro.
La lección. Para Costa Rica lo importante es analizar lo que pasó en Venezuela y otros países que cayeron en los discursos populistas.
Nuestro país lleva mucho tiempo con desafección respecto a la vida pública, a los partidos políticos, a la arquitectura institucional y a los crecientes problemas de desigualdad, empleo y parálisis institucional. La opinión pública perdió confianza en nuestro modelo democrático.
Los abusos de los sindicatos a la Hacienda pública deben solucionarse. La opinión sobre los políticos y partidos está por los suelos. La corrupción real o percibida es una dura carga que afecta nuestra democracia.
La impunidad a los actos de corrupción está afectando la confianza en nuestra justicia. No hemos tenido capacidad para hacer los cambios estructurales que necesitamos. Nuevas demandas y cambios nos exigen mirar nuevos rumbos.
El autor es ingeniero.