Es triste ver cómo la irracionalidad se apodera de los gobiernos de Cosa Rica. Mediante tercas intenciones y una publicidad muy elaborada se logra convencerlos de que el hidrógeno es “el combustible” providencial que salvará a Costa Rica. El anterior presidente, Luis Guillermo Solís, también expresó entusiasmo en comprometer al país en la producción de hidrógeno para mover autos. Sin embargo, la evidencia científica y la falta de sostenibilidad económica dictan lo contrario.
En respuesta a esta situación, he detallado públicamente las razones científicas, tecnológicas y económicas que desacreditan al hidrógeno como una alternativa viable para disminuir la dependencia de hidrocarburos (La Nación, 7/6/2015; Semanario Universidad, 3/11/2015) y propuse que las opciones para Costa Rica son las energías hidroeléctrica, geotérmica, eólica y solar.
Inútil. Del mismo modo opina el doctor Orlando Bravo, fundador y director del Centro de Electroquímica y Energía Química de la Universidad de Costa Rica y autoridad en la materia. Bravo juzga que “la tecnología del hidrógeno para vehículos eléctricos no tiene futuro” y advierte sobre las desventajas tecnológicas y energéticas que tiene el hidrógeno como “combustible” para mover autos (“Economía energética del hidrógeno”, en YouTube).
Cansado del tema, el físico y empresario Elon Musk, presidente de Tesla Motors, PayPal, SpaceX, Hyperloop, SolarCity, The Boring Company y OpenAI, ha dicho que, como combustible, “el hidrógeno es increíblemente inútil” y que “las celdas para combustible de hidrógeno son una basura”. Musk agrega que los fabricantes “no creen en ellas” y que “la única razón por la que las hacen, se debe a un asunto de marketing”.
A eso hay que agregar el volumen de escritos científicos que explican las desventajas de los automotores movidos por hidrógeno, en comparación con los eléctricos y de combustión. Como es de esperar, todo esto no detiene a quienes están ceñidos en embutir esta tecnología de acuerdo con sus intereses.
Sin estructura. Con el afán de no repetirme, en esta ocasión solo indicaré algunas razones prácticas por las que el hidrógeno no es una alternativa viable para autos, pero hay muchas más.
De todos los automotores del mundo, solo 0,000004 % se mueven por hidrógeno. De estos, cerca del 70 % están en California. Además, en promedio, los autos movidos por hidrógeno cuestan 2,3 veces más que los de combustión y 1,8 veces más que los eléctricos. Es decir, son una curiosidad exclusiva para los ricos de Hollywood.
El problema se agrava si tomamos en cuenta que casi no existe la infraestructura necesaria para almacenar y distribuir hidrógeno mediante un sistema de “bombas”.
Igualmente, cuesta mucho dinero fabricar y transportar el hidrógeno en grandes cantidades. Aún más problemático es almacenarlo, pues este gas siempre se escapa.
En comparación con los motores eléctricos o de combustión, las “celdas de hidrógeno” son poco eficientes, se desgastan rápidamente y son difíciles de regenerar. Además, son más propensas a fallar y requieren soporte constante. Por último, el tiempo de respuesta de las celdas es lento, por lo que se necesitan baterías para almacenar energía a fin de acelerar.
Energías limpias. En realidad, las formas eficientes para obtener grandes cantidades de hidrógeno están lejos de ser más “limpias” que las usadas para obtener gasolina. Además, para mover un auto mediante hidrógeno producido por electrólisis, se gasta 2,3 veces más energía que la requerida en un auto eléctrico. Esto equivale a ir de San José a Limón por Cartago. En síntesis, el hidrógeno es de baja eficiencia energética.
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Dejando de lado esos y otros argumentos, la irracionalidad que se propone en Costa Rica azora. Por un lado, se alega que el asunto le atañe a Recope, argumentando que el “hidrógeno es un derivado del petróleo”; incluso se llegó a decir que “era un hidrocarburo”, lo cual es incorrecto. Por otro lado, se argumenta que el hidrógeno se producirá por electrólisis del agua. Entonces, ¿sería responsabilidad de Acueductos y Alcantarillados? Todo es un absurdo.
Es cierto que debemos invertir en energías limpias compatibles con el ambiente. Por esto es necesario que los gobernantes se asesoren y se nutran de la verdadera comunidad científica, lista para servir al país. De esta manera, el Estado podría sacar sus propias cuentas y prevenir el hecho de que “en río revuelto, ganancia de pescadores”.
emoreno@racsa.co.cr
El autor es miembro de la Academia Nacional de Ciencias.