¿Qué significan las siglas DEI y por qué de repente están en todas las discusiones y los titulares de coyuntura global? La discusión trata sobre diversidad, equidad e inclusión y las empresas tienen un rol en ella.
Hace una década nació en Latinoamérica un movimiento de empresas que decidieron apostar a que las mujeres y los grupos subrepresentados tuvieran las mismas oportunidades de acceso, ascenso y éxito que los hombres, basándose en su talento y capacidades.
Surgió Aequales (igualdad, en latín), empresa que entrena a las compañías para desarrollar estrategias en equidad de género, y luego, el Ranquin PAR, iniciativa para medir la equidad de género y la diversidad en el ámbito corporativo.
El camino recorrido no ha sido fácil. Cada año se mide el desempeño de las firmas en el citado ranquin, se diseñan planes de acción y se modifican políticas y procesos, se crean comunidades. Cientos de personas han contribuido a que estos esfuerzos rindan frutos, se ha invertido mucho dinero, e investigaciones y libros han comprobado que esto hace a las compañías más rentables y las conecta con las tendencias del mundo actual.
Hemos tenido muchas conversaciones difíciles sobre los roles de género, la deconstrucción del género y los géneros no tradicionales sobre la racialización y la discriminación. Esa misma plática que hemos tenido sanamente, como comunidad empresarial en Latinoamérica, en otros lugares del mundo se convirtió en una discusión sectaria que estigmatiza y ha llegado a satanizar los esfuerzos por generar equidad e inclusión en el sector privado.
Hoy, estamos en un momento en el cual las empresas se cuestionan sus esfuerzos, se preguntan si fuimos muy lejos, si mejor le bajamos el volumen, la inversión, los estándares, las mediciones, las certificaciones, los entrenamientos y las reflexiones.
Estamos bajo presión, ¡pero ya llegamos tan lejos! Todas las firmas que se han comprometido han mejorado sustancialmente sus indicadores de equidad de género y diversidad, llegan con productos y servicios a nuevas consumidoras, y son más visibles para fondos e inversionistas que buscan sostenibilidad.
La equidad de género y la diversidad en las empresas existen porque había discriminación en el talento y eso afectaba a las compañías y las impactaba en su desempeño. Si disminuimos nuestros esfuerzos, estaremos abriéndole camino a la discriminación y reproduciendo las mismas barreras que históricamente han mantenido a tantas personas talentosas fuera del ámbito laboral y de posiciones de liderazgo.
Quienes, hace más de una década, trabajamos por la equidad de género y la diversidad creemos imprescindible seguir impulsando estos esfuerzos en las empresas, haciéndonos justicia a nosotras mismas, a nuestras culturas inclusivas y a nuestras marcas modernizadas. En Costa Rica, hay muchas empresas que ya han avanzado en este camino; otras que quieren iniciarlo. Sigamos. Estamos en el lado correcto de la historia.
Mia Perdomo es CEO y cofundadora de Aequales.