El 31 de mayo falleció el jurista internacional y juez de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) James R. Crawford. Su influencia en el derecho internacional contemporáneo es extraordinaria, como ningún otro a escala mundial.
Antes de su elección a la CIJ, se desempeñó como abogado principal, consejero o coabogado en unos 30 procedimientos contenciosos y consultivos ante ese tribunal. También, fue presidente, árbitro o abogado en numerosos procedimientos llevados a cabo en diversos juzgados y tribunales internacionales. En su faceta como litigante, fue cuando lo conocí.
El canciller Roberto Rojas le había consultado sobre la disputa con Nicaragua por los derechos de navegación en el río San Juan. En vista de su sólida opinión sobre el caso, su sucesor, Roberto Tovar, me pidió que lo entrevistara en Londres, lo cual hice junto con el exministro de Relaciones Exteriores Bernd Niehaus.
Al final de la entrevista nos dijo: «No sé si su gobierno me contratará o piensa en otro profesional... Sin embargo, déjenme darles un consejo, no contraten una firma de abogados, no les dejará nada. Yo creo que los países deben tener participación en sus casos internacionales y crear conocimiento y experiencia para sus profesionales nacionales, y ninguna firma internacional les dejará eso». Supimos entonces que era el abogado que requería el país.
LEA MÁS: Corte de La Haya da trámite a denuncia de Costa Rica contra Nicaragua por campamento militar
Contribución invaluable. Adquirió un enorme cariño por Costa Rica. Lo llevamos al río San Juan, donde el gobierno de Nicaragua le cobró por navegarlo y vivió en carne propia lo que los costarricenses experimentaban ahí.
Cuando Nicaragua ocupó en el 2010 militarmente territorio nacional, la entonces presidenta Laura Chinchilla, luego de la magistral defensa del embajador Enrique Castillo ante la OEA, me llamó para que me fuera a Londres y preparara la demanda, convencida de que era nuestro único recurso.
Recuerdo la llamada, porque ya había organizado con Crawford que me recibiera unos días después; sin embargo, la presidenta me pidió, al filo de la medianoche, que tomara el primer avión disponible hacia Londres porque deseaba iniciar cuanto antes el caso ante la CIJ.
LEA MÁS: Gobierno apartó ¢850 millones para defensa legal de Calero
Llamé a James y le pregunté si podía atenderme en ese momento y su respuesta fue «vengase ya, aquí lo espero». Entre su asistente, él y yo, con el apoyo de Arnoldo Brenes desde San José, preparamos la demanda de Costa Rica y una solicitud de medidas cautelares en el tiempo récord de 36 horas. Pocos saben que James nunca cobró un céntimo a Costa Rica por la preparación de la demanda. Su asesoría fue vital para ganar de forma categórica, como lo hicimos.
Today my father Professor James Crawford died.
— Rebecca Huntley (@RebeccaHuntley2) May 31, 2021
He was an extraordinary lawyer, writer and teacher and proud Australian.https://t.co/vOlXdKPNZ3 pic.twitter.com/APG3nO8Exm
Con él también preparamos la estrategia que nos dio la victoria por los límites marítimos, gracias a un planeamiento brillante. Si bien dejó de asesorarnos en el 2015, cuando fue elegido juez de la CIJ, sentó las bases para que el equipo costarricense continuara la senda trazada para ese y otros casos.
La política de Estado adoptada por Costa Rica sobre el uso del derecho internacional para afrontar sus desafíos de seguridad y la protección de su soberanía, avalada por cancilleres y presidentes en las últimas décadas, ha sido reivindicada gracias a la guía y apoyo de Crawford.
Parafraseando al profesor Eyal Benvenisti, James fue el abogado internacional preeminente de nuestro tiempo y, al mismo tiempo, un mentor y amigo de muchos de nosotros en Costa Rica y el resto del mundo. Le estaremos agradecidos para siempre.
LEA MÁS: Radiografía de un equipo triunfador
Sobre su carrera en general. Como miembro de la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas de 1992 al 2001, fue relator especial en Responsabilidad del Estado y preparó el proyecto de artículos en la temática de hechos internacionalmente ilícitos, principios utilizados hoy para la determinación de la responsabilidad estatal en tribunales internacionales.
También tuvo a cargo la redacción del borrador del Estatuto de la Corte Penal Internacional (Estatuto de Roma) que crea este tribunal.
Escribió numerosos artículos y libros, entre ellos La creación de los Estados en el derecho internacional, y defendió la evolución y sistematización del derecho internacional como cimiento del sistema reglado de las relaciones entre países.
Su trabajo académico es impresionante. Fue director del Centro Lauterpacht de Derecho Internacional y profesor principal de Derecho Internacional en la Universidad de Cambridge, entre otros tantos cargos académicos.
Dictó el curso principal de Derecho Internacional en la Academia de La Haya de Derecho Internacional en el 2013 y fue miembro de su curatorium.
La última vez que lo vi, en su oficina en el Palacio de la Paz, en La Haya, terminaba la revisión de la novena edición del libro de Ian Brownlie Principios del derecho internacional, de lectura obligatoria para todo internacionalista, y me adelantó que pensaba en una publicación monumental titulada Historia del derecho internacional.
El autor es juez de la Corte Penal Internacional.