Nos contó el expresidente de Costa Rica Carlos Alvarado que él utilizó el silencio como una herramienta de comunicación, pero también como estrategia para hallar apoyo político durante su gobierno del 2018 al 2022.
La afirmación de quien ocupó el puesto político más visible del país resulta aún más llamativa porque quien lo dijo estudió periodismo.
El portador del carné 980153, luego de dos años y medio de dejar Zapote y más de dos décadas de terminar sus estudios en la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva, conversó durante hora y media, de manera virtual, con mis estudiantes del curso Práctica Profesional.
Un Alvarado reflexivo y autocrítico reconoció, sin rodeos, que su gobierno no fue un ejemplo de diseño ni de éxito de campañas de comunicación para esta o aquella decisión gubernamental.
Explicó sus razones al gobernar. Con una disminuida fracción legislativa, necesitaba apoyo para los nuevos impuestos, la regla fiscal, el empleo público y la negociación internacional en procura de recursos durante una pandemia.
El silencio fue su carta de presentación, incluso cuando la Fiscalía allanó la Casa Presidencial por un supuesto manejo indebido de los datos ciudadanos para diseñar política pública.
En el periodismo, siempre hemos construido historias a partir del blablablá, es decir, de las fuentes orales que momentáneamente ocupan puestos de poder.
El trabajo fino consiste en contrastarlas con datos, hechos, antecedentes y contextos antes de publicar.
Hoy, cuando políticos del norte, del sur y “también de Puriscal” cuentan con sus propios canales de difusión y un séquito de solapados colaboradores, el trabajo extrafino de verificación se vuelve de todo el día y toda la noche, aún más ajetreado y, más que nunca, necesario para asegurar la verdad periodística que requiere toda democracia.
Sin embargo, pocas veces le damos crédito al silencio como mensaje. En una sala de redacción, nos limitamos a reportar ese silencio momentáneo de una fuente: “Se envió la consulta, y al cierre de la edición no hubo respuesta”.
Pero quizás este silencio comunicativo, políticamente más sistemático, del que hablamos aquí, rebasa el día a día del periodismo y, más bien, para comprenderlo toca otras áreas del conocimiento, como la ciencia política, la psicología, la sociología y hasta la estadística.
De hecho, el Estado de la Nación, publicación periódica del Consejo Nacional de Rectores sobre la Costa Rica, donde confluyen investigadores de muy diversas áreas, nos habla en este 2024 casi del antónimo del silencio para explicar las características comunicativas del gobierno actual. “El poder del megáfono se ha ejercitado por medio de diversos mecanismos”, dice en la página 274.
Explica el concepto del megáfono a partir de la conferencia de prensa semanal donde el presidente hace “tribuna pública” y un uso intensivo de las redes sociales (Tik Tok, Facebook, Instagram, X, entre otras) para amplificar especialmente los “ataques a los otros poderes del Estado, partidos opositores, figuras políticas o de otros ámbitos de la vida social”.
Más allá de su afinidad política, frente a un agotador megáfono siempre está el silencio, ya no solo pensado como herramienta para el manejo del poder político, como nos habló el expresidente Alvarado, sino también para algo humanamente más constructivo, como responder a esta vida ruidosa, tan revuelta entre contenidos agresivos que circulan por las redes sociales.
Eso sí, es responsabilidad ciudadana educarse digitalmente, y el método periodístico es una ruta para decidir si usted hace luego lo del avestruz.
Antes de compartir y formar parte del coro de ángeles (y demonios) que abruman y ofenden al vecino de al lado, es mejor reconfirmar con datos científicos ese “megáfono”. Después de esa verificación, ¿vale la pena hacerle el “hurra, hurra”? Esta pregunta sirve también si lo que usted iba a publicar era un “bu, bu”.
Ya califican de “tóxica” la X de Elon Musk. Otros, inspirados en recuperar el valor cotidiano de la conversación cara a cara y el diálogo personalizado, promueven el “minimalismo digital”, tal es el caso de Cal Newport, profesor estadounidense de Computación que ofrece métodos sencillos para desconectarse periódicamente de las redes.
El periodista Dan Lyons también resume su actitud hacia el mundo digital en su libro El poder de mantener la boca cerrada.
alejandro.vargas@ucr.ac.cr
Alejandro Vargas Johansson es periodista y profesor universitario.