DHAKA – Los seres humanos no solo compartimos el planeta con otras especies, como plantas, animales y hasta microbios, sino que también dependemos de ellos para nuestra supervivencia. ¿Podemos determinar el valor económico de proteger el mundo natural?
Algunos rechazarán la idea de poner un precio a la biodiversidad, ya que ven su protección como un imperativo evidente. Pero sin duda también estarían de acuerdo con que es vital evitar la muerte y el sufrimiento humanos, además de asegurar agua, alimentación y educación para todos.
La realidad es que sencillamente no hay suficientes recursos para todo y hay que tomar decisiones. Afortunadamente, las ciencias económicas pueden ayudarnos a determinar cómo aprovechar del mejor modo los recursos con los que contamos.
Esto es de particular relevancia hoy en día, cuando los Gobiernos de los 193 países del mundo colaboran para establecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible que sirvan de guía a las iniciativas de desarrollo de los próximos 15 años.
Los ODS seguirán el modelo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados en el 2000 y centrados en objetivos como reducir la mortalidad maternal e infantil, erradicar la pobreza y mejorar el acceso a la educación primaria.
Hasta ahora se han propuesto una enorme cantidad de ODS, algunos de ellos relacionados con la biodiversidad. Sin embargo, aunque se gastarán billones de dólares en ellos, simplemente no hay recursos para completar cada proyecto, por lo que los líderes mundiales deberán centrarse en aquellos cuyo impacto sea mayor. Mi centro de estudios, el Consenso de Copenhague, está trabajando con más de 60 economistas de primer nivel y varios premios Nobel para determinar los objetivos más convenientes en términos de coste-beneficio.
Preservar la diversidad no solo es deseable, sino que según tres nuevos estudios realizados por los economistas Anil Markandya, Luke Brander y Alistair McVittie, también tiene sentido en términos financieros, al menos para algunos de los proyectos.
Proteger los bosques es un buen comienzo, ya que por cada dólar se generan beneficios equivalentes a diez veces esa cantidad. Es posible evaluar de modo relativamente fácil algunos de los recursos que ofrecen, como madera, leña y turismo. Más difícil es cuantificar otras ventajas, como la amplia variedad de especies animales que viven en ellos y su valor intrínseco para las personas. Para intentar hacerlo, los economistas han realizado estudios sobre cuánto estaría dispuesta a pagar la gente por proteger los bosques y sus animales.
Los bosques funcionan como enormes “sumideros” que guardan dióxido de carbono atmosférico durante varias décadas o siglos, por lo que protegerlos ayudaría a mitigar el cambio climático. También absorben el agua de las lluvias intensas, reduciendo así el riesgo de inundaciones. Por ejemplo, la inundación del 2010 en Pakistán habría sido mucho menos devastadora si no se hubiesen talado tantos árboles de las partes altas de las montañas.
La conclusión es que cada dólar destinado a conservar bosques rendiría entre $5 y $15 en términos de bienestar social, lo que incluiría beneficios tangibles como la reducción de las talas o la captación de carbono, y otros más intangibles, como la preservación de su belleza intrínseca. Es igualmente beneficioso conservar los humedales del planeta, que también cumplen valiosas funciones, como proteger las áreas costeras y los valles fluviales del riesgo de inundaciones. Cada dólar que se les dedique da un beneficio diez veces mayor.
Pero lo que más beneficios da es proteger los arrecifes de coral: en ellos, cada dólar rinde 24 veces su valor. Al igual que los bosques, los arrecifes cumplen múltiples servicios (como el turismo y la cría de peces, que ayuda a sostener la pesca comercial) y tienen un valor intrínseco para las personas. Para reducir su disminución a la mitad se requerirían cerca de $3 .000 millones por año, rindiendo beneficios equivalentes a por lo menos $72.000 millones.
No todos los proyectos que buscan proteger la biodiversidad usan de manera inteligente los recursos públicos.
Por ejemplo, crear reservas naturales adicionales podría parecer una excelente manera de proteger los hábitats de más especies, pero los beneficios económicos no cubrirían los casi $1 .000 millones que costarían. Duplicar las áreas de costa terrestre y convertir en reservas zonas importantes de mar abierto es una tarea particularmente formidable. Resulta evidente que proteger los arrecifes de coral permitiría usar mucho mejor los recursos limitados.
Si bien los ODS apuntarán en gran medida a mejora la vida cotidiana de los más pobres, una evaluación económica objetiva nos llevará a la conclusión de lo importante que es considerar algunos objetivos inteligentes sobre la biodiversidad. Si los líderes mundiales aprovechan el análisis de costo-beneficio para separar la paja del trigo, en los próximos años se podría avanzar mucho en el camino del desarrollo mundial, incluida la preservación de la biodiversidad.
Bjørn Lomborg, profesor adjunto de la Escuela de Negocios de Copenhague, fundó y dirige el Centro del Consenso de Copenhague. Es autor de “El ecologista escéptico” y “En frío”, y editor de “¿Cuánto han costado al mundo los problemas mundiales?”. © Project Syndicate 1995–2015