Con el aumento de la interacción entre cocodrilos y humanos en nuestra costa del Pacífico, ha surgido el mito de la sobrepoblación de esta especie. Muchos no dudan que la población de cocodrilos en el país ha crecido desmedidamente y proponen controlarla a través de la eutanasia sin pensarlo dos veces. Pero los estudios científicos demuestran lo contrario. Estos reptiles no solamente mantienen una población sana, sino que, además, la evidencia sugiere que el incremento en los ataques se debe explícitamente a la actividad humana.
Esos estudios exponen que la población de cocodrilos sí ha crecido en ciertas zonas específicas, particularmente en el río Tempisque y su desemboque en el golfo de Nicoya. Pero que haya más cocodrilos no significa que exista sobrepoblación.
El aumento en la cantidad de los reptiles se da más bien gracias a la implementación exitosa de la ley de conservación de vida silvestre de 1992, que protege la fauna en el país. Esto incluye a los cocodrilos, cuya población se había disminuido excesivamente en los años setenta por prácticas ilegales de caza furtiva. En vez de sobrepoblación, la protección restauró efectivamente una cantidad de cocodrilos ideal para la estabilidad ecológica.
Entonces, ¿por qué cada vez vemos más cocodrilos? Todo indica que la creciente interacción entre humanos y cocodrilos se da gracias a un cambio en el comportamiento de los animales, que ocurre por una serie de prácticas humanas.
Desbalance sexual. El calentamiento global, más acelerado que nunca en los últimos años, ha subido la temperatura del hábitat natural del cocodrilo. Durante el proceso de incubación, el calor excesivo aumenta la probabilidad del nacimiento de los machos.
Esto ha creado un desbalance sexual en la población, ocasionando que la proporción entre machos y hembras en el río Tempisque haya pasado de ser de 3:1 a 5:1. La competencia para encontrar pareja y reproducirse ha reforzado la agresividad de los machos significativamente y esto ha sido un factor crucial en el incremento de los ataques.
La industria del turismo en la costa pacífica solo agrava al problema. La práctica ilegal de alimentar a los cocodrilos para entretener a los turistas ha tenido efectos nefastos. La especie de cocodrilos que habita el país por naturaleza no ve a los humanos como presa, pero esta práctica lleva a que los animales asocien al ser humano con comida y a que los cocodrilos pierdan el miedo por las personas.
Por esta razón deambulan nuestras playas sin cuidado. Los cocodrilos no solo son más agresivos ahora, sino que son particularmente más agresivos hacia el ser humano.
Desmitificación. Este artículo no busca socavar la gravedad de los ataques. Costa Rica sí tiene un problema de cocodrilos. Más bien, busca desmitificar y ofrecer una perspectiva alternativa que nos ayude a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como parte del problema.
Hay que conocer las causas para atacarlas directamente y así proceder correctamente. Se debe aplicar la ley que prohíbe alimentar a los cocodrilos con rigor y se deben continuar los esfuerzos para combatir el cambio climático. Por ahora, hay que aplicar políticas de reubicación y explorar la viabilidad de la caza temporal para controlar la población de los reptiles con regulaciones y medidas que consideren la importancia de los cocodrilos para la biodiversidad del país.
Antes que nada, es crucial crear conciencia sobre el mito de la sobrepoblación. Hay que cuestionar e investigar para así proponer soluciones eficaces que conjuntamente resuelvan el problema y a la vez mantengan protegidos a estos reptiles, que a pesar de todo siguen en posibilidad de caer en peligro de extinción.
La autora es estudiante de Ciencias Políticas y Economía.