La COP29, en Bakú, Azerbaiyán, concluye el 22 de noviembre. Aunque representa un esfuerzo global por reducir las emisiones de carbono, una parte significativa de la población aún niega la existencia del cambio climático.
Más de la mitad de los electores estadounidenses votaron por un personaje singular como presidente, quien prometió desmantelar políticas favorables al desarrollo de tecnologías limpias e implantar el eslogan “Drill, baby, drill” (¡Perfora, cariño, perfora!).
Este cuestionamiento a la crisis climática ha impulsado un renacer de las industrias petroleras. Este fenómeno no es aislado: los países productores, amenazados por la realidad climática, han emprendido acciones descaradas, desde patrocinar campeonatos mundiales de fútbol cubiertos de escándalos de corrupción en la FIFA hasta promover campañas de “blanqueo ambiental” o greenwashing, donde incluso un vehículo con motor de combustión interna se presenta como más ecológico que uno eléctrico. Además, estos países buscan posicionarse como líderes al ser anfitriones de las reuniones anuales de la Conferencia de las Partes.
En el 2022, la COP27 se celebró en Sharm al-Shaij, Egipto, el mayor productor de petróleo de África y un país con serias restricciones a las libertades civiles. Sus resultados fueron ampliamente criticados por la falta de ambición para cumplir las metas de reducción de gases de efecto invernadero y evitar el temido aumento de 1,5 °C, el cual lamentablemente se sobrepasó este año. Otro fracaso humano.
En el 2023, la COP28 tuvo lugar en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, uno de los diez mayores productores de petróleo, con un historial represivo hacia quienes no son emiratíes. En esa ocasión, el director general de la petrolera nacional fue elegido presidente de la conferencia. Los resultados mostraron un total desgano en la implementación de medidas eficaces para reducir las emisiones.
Bakú sigue esta misma y sospechosa estrategia de los países productores de petróleo. Azerbaiyán, dependiente de esta industria y con un régimen represivo que lleva a cabo una limpieza étnica contra el pueblo armenio, es ahora el anfitrión de la COP29. La presidencia de esta conferencia, encabezada por Muxtar Babayev, exdirectivo de la petrolera estatal Socar, es un reflejo de lo ocurrido en Dubái durante la COP28.
Tres conferencias consecutivas en manos de países con una postura ambigua o negacionista frente al cambio climático, malgastadas en banquetes ostentosos, aviones privados y campañas de falsa publicidad ambiental, representan años cruciales perdidos. Esta estrategia no solo ha afectado el alcance de las metas climáticas, sino también la credibilidad de estas cumbres internacionales.
Para el 2025, estos países tendrán de su lado a la principal economía del mundo, donde el cambio climático ha dejado de ser una prioridad, al menos por cuatro largos años.
La humanidad deberá esperar un cambio de rumbo posiblemente hasta la década de los 30. ¿Habrá tiempo suficiente para evitar que el mundo colapse bajo eventos ambientales apocalípticos?
Ángel Herrera Ulloa es profesor en la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional.