El deslizamiento de materiales y rocas en la margen derecha del río Virilla, el sábado 30 de noviembre, un evento de magnitud, digamos, media, nos recuerda que la morfología de los cauces fluviales es esencialmente dinámica.
El cambio y la evolución son lo que caracteriza los sistemas hídricos, y más aún un cauce como el cañón del río Virilla, excavado profundamente a través de rocas de diferentes orígenes, edades y resistencias a la erosión.
Aunque las rocas intenten permanecer estables en taludes prácticamente verticales, terminan por ceder ante la sempiterna gravedad.
Así, el trazado del cauce evoluciona: se torna sinuoso, divaga dentro de su lecho principal y crea meandros o curvas debido al ensanchamiento del cañón, producto de un proceso dinámico y constante.
El río Virilla presenta, desde más o menos Tibás hasta su confluencia con el río Grande, un trazado profundo, tipo cañón, que sorprende por la presencia de meandros típicos de ríos de llanura, pero claramente visibles aquí.
Este fenómeno también se encuentra en otros cañones más evolucionados, como el del Colorado en Arizona, el del Sumidero en México o el del río Fish en Namibia, por mencionar algunos de los más espectaculares.
Al recorrer tramos del cauce del cañón del Virilla, uno se encuentra con paisajes y recodos de maravillosa belleza, tanto escénica como geológica: enormes taludes de ignimbritas con caprichosas estructuras columnares, afloramientos de rocas sedimentarias antiguas que narran historias de pasados marinos, de levantamiento de cuencas que formaron montañas y luego se erosionaron.
El paisaje es grandioso, pero el río está sucio y contaminado. Plásticos por millones, olores fétidos y espumas de origen muy cuestionable abundan en un cauce que, de no ser por estas condiciones, podría convertirse en un atractivo turístico y un destino de aventura acuática. Pero eso es harina de otro costal.
El deslizamiento del sábado 30 de noviembre es uno de los más de 25 eventos de este tipo ocurridos en ambas márgenes del cañón en los aproximadamente ocho kilómetros entre las confluencias del Virilla con los ríos Ciruelas y Grande.
Deslizamientos, tanto mayores como menores que el más reciente, llaman a observar la evolución de este sistema y a evitar el asentamiento de vidas y bienes en las cercanías del borde de este magnífico cañón.
Otros ejemplos de evolución reciente de los bordes del cañón del Virilla se observan en las cercanías de Brasil de Colón, en el cantón de Mora, donde grandes bloques de ignimbritas columnares se desprenden continuamente y caen al río, catalizando la erosión lateral y del fondo.
“Dinámica" es la palabra clave para describir un sistema fluvial como este, en el que lo ocurrido el 3 de diciembre es solo uno de los tantos y constantes eventos que moldean esta maravilla natural de Costa Rica.
Roberto Protti Quesada es geólogo, consultor privado en hidrogeología y geotecnia desde hace 40 años. Ha publicado artículos en la Revista Geológica de América Central y en la del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH).