Comúnmente, nuestros estudiantes, el día antes de un examen afirman: “mañana tengo examen, hoy voy a seguir recto estudiando”.
Esta idea de que estudiar antes de la prueba y sin descanso permitirá retener mejor la información y ganar el examen, es totalmente incorrecta: un nivel de sueño adecuado es esencial para el buen desempeño de la memoria.
El sueño tiene dos fases principales, que parecen relacionarse con diferentes sistemas de memorias. La primera fase se conoce como sueño profundo, y ocurre durante la primera parte de la noche. Esta parece tener un papel esencial en el fortalecimiento de la memoria explícita, la cual es la relativa al conocimiento: se refiere a hechos, personas, lugares o cosas que se recuerdan mediante un esfuerzo consciente y deliberado (Proceedings of the National Academy of Sciences USA).
Por otra parte, tenemos otra etapa del sueño caracterizada por los movimientos oculares rápidos (REM, por sus siglas del inglés), que se puede considerar como una fase de transición entre el sueño y la vigilia, y durante la cual se producen los sueños. Esta etapa parece estar implicada en el fortalecimiento de las memorias implícitas, las cuales se refieren a las sensaciones, capacidades y habilidades que se recuerdan de modo inconsciente (Proceedings of the National Academy of Sciences USA).
Además de las diferencias en los patrones de actividad cerebral característicos de estas dos fases del sueño y de los estados de vigilia, la composición química del cerebro también varía notablemente cuando se duerme y cuando se está despierto. Por ejemplo, se ha observado que los niveles de acetilcolina, sustancia química que trasmite la información entre las neurona y las células musculares, ascienden cuando estamos en un sueño profundo y descienden cuando estamos despiertos.
Funciones del sueño. Otros datos importantes con respecto a la importancia del sueño para nuestro cerebro y nuestra memoria son:
k El sueño cumple un rol fundamental para el funcionamiento de nuestro cuerpo y en especial del cerebro pues, mientras dormimos, las neuronas recuperan energía.
k Los científicos recalcaron la importancia del sueño para permitir al tejido cerebral actuar de forma armónica en la organización de información .
k Estudios realizados en Princeton University (EE. UU.) indican que la falta de sueño afecta la producción de nuevas neuronas en el cerebro, a raíz de un aumento en la producción de hormonas del estrés, “corticosterona ” (Proceedings of the National Academy of Science).
k Debido a la falta de sueño o a una alteración del sueño profundo, se produce un empeoramiento de la memoria y una menor activación del hipocampo durante la codificación y consolidación de los recuerdos. La consolidación es el proceso por el que se hace la transferencia de la información reciente (memoria a corta plazo) a una memoria más duradera, donde los recuerdos son más permanentes (memoria a largo plazo ).
k “Lección dormida… lección aprendida”: los expertos creen que dormir un rato entre el aprendizaje y la posterior evaluación beneficia el funcionamiento en varias tareas, incluyendo las pruebas de memoria, ya que se consolida lo aprendido (Instituto para Sicología Experimental de la Universidad Heinrich, Alemania).
k Dormir escuchando ruidos: El ruido interfiere con el aprendizaje ya que, aunque no nos damos cuenta, no se puede alcanzar el sueño profundo.
En un estudio en donde los participantes dormían, los investigadores registraron la actividad eléctrica del cerebro a través de electroencefalogramas (EEG). Cuando se les presentaba un ruido, aunque no los despertara, las personas pasaban a un sueño más superficial (Revista Nature Neuroscience ).
Dormilones, cuidado. ¿Qué ocurre con los cerebros de las personas que duermen demasiado? Las personas con exceso de sueño presentan un reducido nivel de alerta y de rendimiento, así como también una pobre concentración. La somnolencia tiende a afectar las relaciones sociales y familiares, así como la actividad mental de los dormilones.
El exceso de sueño habitual puede afectar la atención y la concentración y provocar disminución de la estimulación cerebral ya que su cerebro empieza a reducir cada día su actividad y las neuronas van perdiendo movilidad y fortaleza.
Un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, España, y del Centro de Salud de Arévalo en Ávila, ha revelado que aquellas personas mayores de 65 años que duermen nueve horas diarias o más, incluidas las siestas, parecen tener un mayor riesgo de desarrollar demencia.
El estudio incluía a 3.286 adultos con 65 años o más, a los que los investigadores dieron un seguimiento de tres años. Los más dormilones vieron incrementado su riesgo de demencia, independientemente de otros factores, como la edad, el nivel educativo y el consumo de tabaco y alcohol, en donde 140 fueron diagnosticados con demencia: más del 5% de aquellos sujetos que dormían nueve horas, un 4% de los que dormían cuatro horas y solo el 2% de los que lo hacían siete horas diarias.
El número de horas de sueño recomendadas para un adulto es de 7 horas: “el sueño representa el proceso diario de restitución y recuperación fisiológicas; la carencia y abundancia de este tiene efectos de gran importancia sobre el cerebro”.