Cavar un hueco, echar en él los desperdicios y luego taparlo con tierra es una de las mejores expresiones más comunes de nuestra indiferencia e incompetencia humana. Nuestra miopía “cortoplacista” nos impide razonar y darnos cuenta de que enterrar basura no solo es ocultar la contaminación que estamos generando, es también enterrar nuestro futuro y bienestar.
El costo de recolección y disposición por tonelada de residuos en un relleno o en un botadero es ridículamente bajo simple y llanamente porque el problema lo está subsidiando el medio ambiente. A la naturaleza le extrajimos los recursos para fabricar lo que consumimos y posteriormente se los devolvemos en una forma que no los puede asimilar, revueltos con muchas sustancias tóxicas y no biodegradables que diseñamos, dañando principalmente el agua que sustenta nuestra vida.
Alto costo. El costo del deterioro ambiental lo pagamos todos sin saberlo. Lo pagamos en forma de menor calidad de vida, de enfermedades y escasez de recursos, lo que en el tiempo se traduce a su vez en mayores precios por los servicios y productos que consumimos.
Con la basura también enterramos miles de puestos de trabajo que hoy estamos deseando tener. Implica un enorme costo de oportunidad social. La industria de gestión, transformación y aprovechamiento de residuos tiene el potencial de compensar la caída de exportaciones, la salida de divisas y la pérdida de empleos. No tenemos nada que perder, solo que ganar. Únicamente se requiere visión y voluntad política.
Por fin estamos a las puertas de terminar la era de “yoyito” (¡tire la basura en su lugar, pero de ahí no pasamos!). Muy pronto esperamos contar la nueva Ley de gestión integral de residuos que se discute en la Asamblea. Esta propuesta de ley que se origina de la administración anterior no es perfecta pero tiene cosas muy positivas que ayudará a implementar patrones de producción y consumo más sostenibles.
Acciones paralelas. Paralelamente a la implementación de esta ley, tenemos que hacer 3 cosas para asegurar su efectividad:
k Al menos triplicar los costos de disposición en rellenos sanitarios o vertederos (puede ser vía impuesto municipal).
k Estimular mediante políticas e instrumentos económicos la producción más limpia (una onza de prevención vale más que una libra de corrección).
k Asignar recursos humanos e institucionales adecuados para controlar y asegurar la correcta implementación de la Ley.
Con lo dicho se busca reducir la generación de residuos y fomentar el desarrollo de la industria del reciclaje y otras opciones de valorización de residuos como el coprocesamiento en hornos cementeros.
Termino con recalcar que los residuos no se destruyen, simplemente se transforman . Está en las manos de cada uno de nosotros escoger en el instante mismo de disponer un material y de contratar un servicio para su gestión; si queremos transformarlo en una oportunidad de empleo, en bienestar social y ambiental, o si más bien lo transformamos en nuestra propia tumba y en la de las generaciones que nos siguen.