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El informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) confirma serios problemas del país, entre estos, el riesgo al que está expuesta la inversión extranjera directa debido a la escasez de personal técnico y especializado.
Un segundo problema, más crítico todavía, es el limitado crecimiento del consumo familiar doméstico. De acuerdo con el Banco Central, a consecuencia de las bajas tasas de interés, alcanzó un crecimiento del 3,3 % en el 2022; sin embargo, en el 2023 se reduciría a un 2,5 % y en el 2024, a un 3,1 %. Lo problemático de los números es que mientras no se supere un valor del 3,5 % anual el crecimiento económico seguirá restringido.
Los principales factores que inciden en el consumo nacional son tres: el primero es el desempleo, que, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), a diciembre afectaba a 287.000 habitantes, la mayoría, personas sin concluir la educación secundaria, principalmente mujeres, y de la zona rural.
El segundo factor es el debilitado ingreso, de apenas ¢480.472 en las familias de más bajos ingresos; y, el tercero, la cantidad de habitantes (5.154.703). Costa Rica tiene una de las más bajas en la región. Estamos lejos de los 10 millones en Honduras; los 11 millones en República Dominicana y los 17 millones en Guatemala.
La fuerza de trabajo es nuestra estimación más sencilla de consumidores, sea de frijoles, autos o casas, de apenas 2,2 millones de compradores.
Todo cambio tiene un único derrotero: aumentar la población, el empleo y el ingreso familiar. Hay que ser sinceros, pese al esfuerzo de los gobiernos por mejorar las habilidades y competencias de la población para integrarlas a las industrias internacionales, el efecto es lento y bajo. Tampoco se trata de seguir siendo creativos y repartir unos cuantos bonos o subsidios más. Todos los frentes deberían ser atendidos simultáneamente.
Una alternativa es reconocer las experiencias internacionales. Por ejemplo, el Programa Global de Visas de Talento (GTI) australiano, un sistema simplificado para que profesionales altamente calificados vivan y trabajen en ese país en industrias de alta tecnología, bajo ciertas condiciones de ubicación y obligaciones a cambio de recibir una serie de beneficios.
Costa Rica tiene el potencial de convertirse en un hub tecnológico regional, si atrae personal técnico y profesional con el propósito de satisfacer los requerimientos inmediatos de las empresas mundiales que quisieran instalarse en nuestro territorio, especialmente en las zonas rurales. La solución sería brindada por el personal migrante calificado y asignado a los proyectos de inversión.
Una política de atracción de extranjeros, como la que propongo, estimularía el empleo indirecto y aumentaría el ingreso familiar gracias al mayor gasto que los migrantes harían en los lugares donde residan, lo cual tendrían un efecto multiplicador en el sector de la construcción, uno de los que más emplea mano de obra no calificada, y surgirían naves industriales, comercios y oficinas.
Lo anterior estimula la construcción de vivienda para la venta y el alquiler. Un programa de este tipo satisfaría la urgente demanda de personal calificado de las empresas internacionales y, al mismo tiempo, acrecentaría el consumo nacional, imprescindible para impulsar el desarrollo.
El autor es economista.