La historia de la humanidad ha surgido y se ha desarrollado en sociedad. Diversos estudios han demostrado consistentemente que las personas con relaciones sociales sólidas tienen una mayor supervivencia, mientras que el aislamiento social y la soledad aumentan significativamente el riesgo de mortalidad. Irónicamente, vivimos en la sociedad de la conexión instantánea, gracias a la tecnología, pero los datos demuestran que cada vez estamos más aislados.
Esta problemática invita a cuestionarse aquel conocido refrán que dice que "es mejor estar solo que mal acompañado", y propone replantearlo a “ni solo ni mal acompañado”. En este sentido, incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reconocido la importancia de este tema al declarar la epidemia de la soledad como una amenaza para la salud pública mundial y ha creado una comisión para abordarla. Frente a esta realidad, ¿estará el país del “pura vida” exento de esta epidemia?
Las múltiples capas de la soledad –íntima/emocional, relacional/social y colectiva/pública– y el aislamiento social tienen un impacto cada vez más evidente en la sociedad global contemporánea. Aunque se trata de un fenómeno complejo, diversas investigaciones permiten analizarlo desde distintas perspectivas. Un ejemplo es el Informe sobre el Estado Mental del Mundo, del Global Mind Project, un estudio exhaustivo que explora el bienestar mental a escala global y su relación con la soledad. Este reporte emplea el Mental Health Quotient (MHQ), una métrica basada en una encuesta anónima que evalúa diferentes aspectos de la salud mental y el bienestar. Un MHQ más alto indica un mayor nivel de bienestar psicológico.
Los reportes de 2021, 2022 y 2023 indican tres hallazgos sustanciales en la materia: 1) la prosperidad económica no garantiza el bienestar mental, especialmente en hombres y adultos jóvenes. 2) En comparación con los adultos jóvenes, los adultos mayores suelen tener relaciones más cercanas con familiares y amigos, lo que se correlaciona con un mejor bienestar mental. 3) Costa Rica se ubica actualmente en el top 10 del mundo, con altos puntajes de MHQ (mayor bienestar), mientras que Brasil, Sudáfrica, Reino Unido y Uzbekistán tienen los puntajes más bajos (peor bienestar).
En otro ranquin de la Universidad de Oxford (reporte mundial de felicidad 2024) en el que se incorporó a Costa Rica por primera vez, el país se ubicó en el top 20. Irónicamente, aunque Costa Rica está entre los países más “felices” o con mayor bienestar mental del mundo según tales ránquines, la realidad cuenta una historia muy distinta. El bienestar que proyectamos a nivel global contrasta con tres síntomas claros de una crisis interna.
El primer síntoma es la creciente violencia. El año 2023 fue el más violento en la historia del país, con 907 homicidios, un aumento del 42% en comparación con el 2022. El 2024 fue el segundo año más violento, con 880 homicidios, según los datos del OIJ, lo que evidencia una tendencia alarmante.
El segundo síntoma es el incremento en los casos de depresión. A nivel mundial, aproximadamente 300 millones de personas sufren de depresión, una enfermedad que afecta sin distinción de género, edad o estatus socioeconómico. En nuestro país, la primera causa de discapacidad laboral es la depresión. Según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), en el año 2013 se entregaron 17.650 boletas de incapacidad por depresión a 11.682 asegurados. Tres años después, en el 2016, la CCSS giró 77.769 órdenes de incapacidad por trastornos depresivos.
Según un estudio internacional, el país presentó un aumento del 35,2% en el reporte de trastornos depresivos y un 35,6% para los trastornos de ansiedad en el año 2020. Por su parte, en el año 2024, el país registró un total de 10.035 casos notificados de depresión, siendo la mayoría mujeres, con 7.299 casos, en comparación con 2.736 en hombres.
Este aumento en los casos de depresión también podría estar relacionado con la soledad, un detonante que ha sido objeto de estudio en varias investigaciones recientes. Un estudio en Inglaterra encontró una asociación significativa entre soledad y la gravedad de los síntomas depresivos, con casi uno de cada cinco casos de depresión asociados a soledad. Esto ha sido confirmado por otros estudios en Europa que han reportado una fuerte asociación entre soledad, trastorno depresivo mayor y trastorno de ansiedad generalizada, especialmente en hombres y personas más jóvenes.
Finalmente, el tercer síntoma –del cual poco– se habla es el suicidio. En Costa Rica, del año 2018 hasta el 2022, se contabilizaron 1.984 fallecimientos por suicidio, de los cuales el 82% (1.627) eran hombres y el 18% (357) mujeres. El 2022 se convirtió en el año con más casos de suicidios en más de una década, por encima de 400 casos. Estudios internacionales han demostrado que la soledad y el aislamiento social se asocian con un aumento de aproximadamente cinco veces en el riesgo de mortalidad por suicidio, que suele ser sustancialmente mayor en adultos más jóvenes.
Aunque Costa Rica suele figurar entre los países más felices del mundo, la soledad es un problema creciente que afecta a todos los estratos sociales y pone en duda ese bienestar. En un mundo hiperconectado, las relaciones significativas son cada vez más escasas, lo cual impacta la salud mental y la calidad de vida. Es urgente que las autoridades de salud pública aborden este fenómeno, cuyas consecuencias van desde la depresión hasta el suicidio.
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Esteban Mora Cordero es máster en Educación Emocional y Neurociencia Aplicada a la Educación de la Universidad de la Rioja, España.
Luis Bermúdez Guzmán es doctorando en Ciencias Médicas de la Universidad de Cambridge, Reino Unido. Labora en el Centro Oncológico Costarricense.
