Al calor del debate nacional sobre la cuestión fiscal, la huelga y la discusión legislativa del proyecto de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, la encuesta publicada por el CIEP el 21 de setiembre generó diferentes reacciones. En algunos casos, la encuesta se defendió como una fuente confiable, mientras que en otros se descalificó.
Reiteramos que el objetivo de esta y todas nuestras encuestas es generar datos confiables que permitan una mejor comprensión de nuestra sociedad. Lo hacemos a partir de productos académicos, pero también a través de nuestra presencia en medios de comunicación y redes sociales, con el fin de aportar a la ciudadanía información que le ayude a entender mejor lo que pasa en el país.
Uno de los puntos de debate ha sido sobre el cuestionario utilizado. Debo indicar que este tipo de encuestas “en movimiento” requieren preguntas claras, concisas y, ojalá, la menor cantidad de ellas para evitar que la entrevista telefónica se alargue mucho. Pero también se trata de abordar diversas dimensiones del fenómeno por observar con preguntas complementarias.
El cuestionario es un instrumento integral y, por ello, su análisis no se debe reducir a la discusión de una pregunta específica.
Sin embargo, en virtud de la polémica, nos referiremos a si se preguntó por un movimiento de protesta o de huelga. Como se puede comprobar en la página en Internet del CIEP, la pregunta fue: “Con respecto al movimiento de huelga, ¿su posición es?”. Las opciones de respuesta eran: “Apoya el movimiento” “lo rechaza” o “no tengo una posición”. Esta es una pregunta clara y concisa, que no deja espacio a la interpretación.
Técnicas. En distintas oportunidades no se pregunta un asunto de manera directa, como decir: ¿Está usted de acuerdo con los impuestos? Esa pregunta no tendría mucho sentido porque produciría un rechazo generalizado. No obstante, sí es posible pedir a las personas que expresen su opinión sobre materia fiscal a partir de las posiciones de los principales actores políticos.
En este caso, por ejemplo, se consultó a la muestra su posición sobre recortes de gastos, aprobación de impuestos o combinación de ambas cosas. Otro ejemplo de esta situación ocurre cuando consultamos por las actitudes autoritarias o democráticas de las personas. Si usted pregunta: ¿Es usted autoritario? La respuesta sería un rotundo rechazo. Pero en la psicología política se utilizan escalas que permiten medir estos comportamientos, por ejemplo, a partir de la forma como educamos a nuestros hijos.
Cuando se trata de asuntos más globales, recurrimos a la literatura académica y centros internacionales para mejorar la forma como investigamos sobre los medios de comunicación, por ejemplo.
Resultados y comunicacón. Algunos cuestionamientos que hemos recibido han sido sobre la interpretación de resultados y la forma de comunicar. En el primer caso, una encuesta que se efectúa sobre un asunto dinámico, por supuesto que tiene riesgos sobre la forma como se presentan los datos, sobre todo, porque podrían perder vigencia rápidamente o utilizarse políticamente de forma inadecuada.
Sobre esos dos asuntos, lo único que podemos hacer es una interpretación lo más apegada a los datos y comunicarla de forma precisa. En este caso, los resultados reflejan que existe un descontento ciudadano y una demanda por una salida negociada. Luego, los medios de comunicación y los actores están en libertad de hacer sus propias interpretaciones. Tenemos total apertura para discutir si ha sido el enfoque adecuado, pero no podemos aceptar que las diferencias de criterio deriven en descalificaciones injustificadas, como afirmar que manipulamos la encuesta para favorecer una posición.
Una manipulación es una acción deliberada para alterar los resultados del estudio con ciertos fines. Nuestra responsabilidad no es fabricar resultados de opinión pública para complacer las creencias de distintos actores políticos o incluso nuestras propias creencias. Nuestra misión es interpretar con estricto apego a los datos, la opinión y las preferencias de los costarricenses. Una cosa es tener una discrepancia con la terminología de las preguntas y otra, muy distinta, afirmar que alteramos los resultados, algo incompatible con lo que hacemos en la academia.
Descalificaciones. Este último punto nos ha llamado la atención, especialmente. ¿Cómo pasamos de un debate serio a descalificaciones infundadas? ¿Por qué las personas utilizan las redes simplemente para insultar o ensuciar el prestigio de otros? Nuestra reflexión tiene que ver justamente con la crispación social que vivimos.
Nuestra intención es que la encuesta sea un reflejo de nuestra sociedad, pero a algunas personas no les gusta la imagen que muestra. Si alguien pensaba que los bloqueos tenían apoyo popular o que la huelga no tenía apoyo, por supuesto que los resultados no le van a gustar, pero eso no es culpa del espejo que se utiliza para mirarse, sino de la apertura que tengan las personas para aceptar información que va en contra de sus convicciones. Este fenómeno llamado sesgo de desconfirmación ha sido ampliamente estudiado desde la psicología política y ocurre más en contextos de molestia.
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Para el CIEP, el compromiso con nuestra sociedad y nuestro país, requiere, ciertamente, sobreponernos a estas descalificaciones y retomar nuestro trabajo con más energía y profesionalismo, aceptando las críticas constructivas y sugerencias honestas con la apertura académica que nos ha caracterizado. Si como sociedad, no nos gusta la imagen que tenemos de nosotros mismos, tal vez sea más productivo ponernos de acuerdo y trabajar para mejorar como país, en vez de tratar de romper el espejo.
Felipe Alpízar R. es director del CIEP-Universidad de Costa Rica y Ronald Alfaro Redondo es investigador del CIEP.