La gigantesca burocracia en el sistema educativo se ha convertido en un obstáculo para el bienestar del cuerpo docente y del estudiantado. A pesar de los esfuerzos por mejorar la calidad educativa, el exceso de trámites administrativos y los procedimientos innecesarios crean un ambiente laboral que desmotiva a los educadores, por tanto, incide en el rendimiento y la calidad de la enseñanza.
Uno de los principales problemas que enfrentan los docentes es la carga de trabajo administrativo, que les impide concentrarse en su labor pedagógica. Según un estudio de la Universidad Nacional, los trámites burocráticos son considerados por muchos educadores como innecesarios y, a menudo, frustrantes.
El tiempo que se pierde en papeleo se le resta a la preparación de clases y la atención de los estudiantes. La burocracia también causa estrés y ansiedad. Los docentes se sienten atrapados en un sistema que no da el lugar correspondiente a su labor y prioriza el papeleo sobre la efectividad educativa.
En el último año se reportó un aumento significativo en la cantidad de docentes incapacitados. Por ejemplo, en el 2023, se registraron aproximadamente 22.359 incapacidades, lo que representa un incremento del 400 % en comparación con el mismo período del año anterior. El fenómeno despierta preocupación debido a que estas cifras equivalen a alrededor del 26 % de la planilla estatal.
Las razones detrás de estas incapacidades son variadas, pero destacan problemas de salud física y mental. Muchos maestros y profesores reportan estrés y agotamiento exacerbados por la carga administrativa y la presión de cumplir con las exigencias del sistema educativo. Además, las condiciones laborales, que incluyen la falta de apoyo, seguridad ocupacional, evaluación eficaz, oportunidades de promoción y recursos, contribuyen a un ambiente de trabajo desfavorable que produce una baja en la calidad educativa, tal cual lo expone el último Estado de la Educación.
Este complejo contexto no solo incide en la salud de los educadores, sino también en la calidad de la enseñanza, ya que los estudiantes dependen de la estabilidad y el bienestar del cuerpo docente.
La burocracia ha contribuido a la escasez de oferentes. Los procesos de contratación y promoción son lentos, complicados y, en ocasiones, sesgados. No son pocos los profesionales calificados desanimados para postularse. La espera para las pruebas de idoneidad, que se ha prolongado desde el 2019, es un ejemplo de cómo la burocracia agrava la situación del personal docente. Sin una respuesta ágil y eficaz, el sistema corre el riesgo de quedarse sin los recursos humanos necesarios para ofrecer una educación de buena calidad.
Para solventar este problema, se necesitan reformas que simplifiquen los procesos administrativos y académicos, por ejemplo, la digitalización de los trámites, un sistema de capacitación que busque combatir falencias pedagógicas estructurales, la reducción de requisitos innecesarios y la creación de un sistema más ágil y objetivo para la contratación. Al liberar a los educadores de la carga burocrática, se les permitirá enfocarse en lo que realmente importa: la enseñanza y el aprendizaje de sus estudiantes.
Además, se debe aumentar la inversión en programas de salud mental y bienestar, así como crear espacios de apoyo académico para los educadores. Estas medidas no solo contribuirían a mejorar su calidad de vida, sino también el entorno educativo.
Por otra parte, hace falta un sistema de promoción que premie al docente bajo estándares técnicos y libres de sesgos.
Una mejor educación no se garantiza con el 8 % del PIB, sino con efectividad en el gasto. Asimismo, un incremento en la calidad no solo depende de la infraestructura, sino también de la motivación y el bienestar de quienes están en el aula. Es hora de que el sistema educativo reconozca esta realidad y actúe de forma estratégica, veloz, objetiva y certera.
El autor es director de la Escuela de Educación de la Universidad Fidélitas.
Texto producido durante un taller sobre cómo escribir un artículo de opinión, impartido a directores, subdirectores de carrera y profesores de la Universidad Fidélitas por Guiselly Mora, editora de La Nación.